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obras que había de emprender, ya que está escrito:
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Terminó de escribir este librito en el Refugio,
con el empeño de que fuera sencillo y claro. Antes
de imprimirlo lo leyó a Pedro Malán, por
sobrenombre Parín, primer fundador del Refugio y
en aquel momento portero de dicho Centro. Digo
fundador porque el buen hombre, al ver por las
calles muchachas abandonadas por sus padres, a
veces sin lugar donde recogerse, en medio de mil
peligros, empezó, hacía algunos años, a recogerlas
y llevarlas a su propia casa, encargando a su
mujer que les hiciese de madre. Ella les preparaba
la comida, las tenía en casa algún tiempo, aún de
noche, el marido les proveía, con su trabajo, de
lo necesario y se preocupaba de colocarlas a
servir en una buena familia o en la tienda de
alguna honrada mujer. La marquesa de Barolo,
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enterarse de esta obra de heroica caridad, quiso
tomarla a su cargo, fundó el Refugio, como ya
dijimos, y puso a Parín de portero.
El tal Malán tenía poca instrucción; así que,
aún prestando toda su atención a la lectura de don
Bosco, a veces no entendía. Por ejemplo, al
escuchar la narración del joven albañil,
favorecido por el Angel al caer del andamio,
entendió que había pronunciado una blasfemia y
exclamó: -íBien lo mereces, con Dios no se juega!
- Don Bosco quedó sorprendido de ésta y de otras
equivocaciones de su portero. Y al ver que era
debido a su estilo, un tanto elevado, volvió con
gran paciencia a rehacer el trabajo, se lo dejó de
nuevo a Malán y esta vez lo entendió todo.
El libro, impreso en 1845 en la imprenta de
Paravía y extensamente difundido, sirvió para
excitar en muchos la devoción al Angel Custodio,
como aseguraba a nuestro don Rúa un piadoso
sacerdote.
1 Salmo XXXIII, 8.
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