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El librito terminaba con los versos escritos
por Silvio Péllico:
<>, con la lista de las
indulgencias concedidas a la Asociación,
canónicamente erigida en la iglesia de San
Francisco de Asís, y con un ejercicio piadoso en
honor del Angel Custodio, que don Bosco hizo
después imprimir en El Joven Cristiano, y que
comenzaba con la siguiente INTRODUCCION: <>Para animar a los fieles a mantener viva la
devoción a estos bienaventurados espíritus,
destinados por la inefable Providencia para ser
nuestros custodios, los Romanos Pontífices
concedieron muchas indulgencias a las oraciones
que se recitan en su honor, y a las asociaciones
instituidas para su veneración. Y, para acrecentar
la gratitud y confianza que debemos tener con
estos celestiales bienhechores, se redactó la
presente obrita en la que ((**It2.270**)) se
exponen, en forma de novena, los motivos más
tiernos y eficaces que nos deben incitar a
defendernos con su santo patrocinio. Dichoso aquél
que, después de meditar en los grandes méritos de
su Angel, practique los obsequios indicados en
estas páginas y llegue a ser su constante devoto:
tendrá en su favor una prenda segura de su eterna
salvación, ya que, entre las señales de
predestinación, reconocen los teólogos y los
maestros de espíritu, basados en la autoridad de
las Sagradas Escrituras y de los Santos Padres,
una tierna y constante devoción a los Angeles de
la Guarda.
>>Que el Señor bendiga esta obrita y a sus
lectores>>.
Con este trabajo entendía don Bosco alcanzar de
los santos ángeles seguridad, estabilidad y
defensa para su Oratorio y para las demás
(**Es2.209**))
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