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era lo mismo. Pero nuestro buen joven se acordó de
las palabras de don Bosco e invocó con toda su
alma al Angel de la Guarda: -íAngel mío, ayúdame!
-Y el Angel le ayudó. íAlgo admirable! Tres
cayeron: uno quedó muerto en el acto, otro fue
llevado al hospital medio deshecho y moría unas
horas después. El tercero era nuestro peón; cuando
acudió la gente, creyéndole muerto, se puso en
pie, totalmente sano y sin el menor rasguño. Más
aún: volvió a subir a lo alto, de donde había
caído, para ayudar en el trabajo de reparación. Al
domingo siguiente acudió a San Francisco de Asís y
contaba a sus compañeros asombrados lo que le
había sucedido, dando fe de que la promesa de don
Bosco se había cumplido. Los muchachos aumentaron
su devoción al Angel de la Guarda, lo que produjo
muchos y saludables efectos en sus almas.
Este hecho singular sugirió a don Bosco la idea
de escribir el librito mencionado: El devoto del
Angel Custodio. En sus setenta y dos páginas
exponía los motivos que deben animar al cristiano
para merecer su protección. Dividía la materia en
diez consideraciones, a propósito para prepararse
a la fiesta de los Santos Angeles: bondad de Dios
al ponernos a sus Angeles por custodios nuestros,
amor que nos tienen los Angeles, favores diarios
de los Angeles Custodios, su asistencia especial
en la oración, en la tentación, en las
tribulaciones, en la hora de la muerte, en el
juicio y en el purgatorio, amor del Santo Angel al
pecador, ((**It2.267**)) amor
que debemos tener a nuestro Angel, que tanto nos
ama. Cada consideración va seguida de un recuerdo
con una práctica o florecita y de un hermoso
ejemplo.
Los obsequios para la novena eran los
siguientes:
1. Rezar cada día, al menos por la mañana y por
la noche, el Angele Dei, con la intención de
agradecer la bondad de Dios al darnos por
custodios a príncipes tan excelsos del Paraíso.
2. Al ir a la iglesia, especialmente durante la
santa misa, invitar al Santo Angel a adorar con
vosotros a Jesús Sacramentado, o que os supla
cuando vosotros no podáis ir. Haced el propósito
de saludar a la santísima Virgen tres veces al día
con el Angelus Domini, obsequio muy grato para
Ella y también para los ángeles, oración
enriquecida con muchas indulgencias por los Sumos
Pontífices.
3. Atribuid a las oraciones, inspiraciones y
asistencia del santo Angel el éxito en los
negocios y el triunfo en los peligros evitados.
Por eso, rezadle por la mañana y por la noche, en
las dudas y en los apuros, especialmente al
emprender un viaje, pedidle de corazón, al salir
de casa, que os bendiga y os libre de todo mal.
4. Acostumbraos a ofrecer a Dios vuestras
oraciones por medio
(**Es2.207**))
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