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no se podían conocer? Sus sueños, el personaje
misterioso que en ellos le acompañaba quién podía
ser?
Sea como fuere, sabía infundir en sus jóvenes
gran respeto y gran amor al Angel de la Guarda.
Con mucha frecuencia entonaba él mismo el cántico
sagrado que había puesto música en honor del Santo
Angel y que cantaban los muchachos con entusiasmo.
Les decía:
-Avivad vuestra fe en la presencia del Angel de
la Guarda, que está siempre con vosotros. Santa
Francisca Romana veía el suyo constantemente
delante de ella, con las manos sobre el pecho y
los ojos clavados en el cielo; pero, cuando
cometía la menor falta, el Angel se cubría la cara
y le volvía la espalda, como avergonzado. Y, para
infundirles confianza en él, les contaba
frecuentemente la historia de Tobías y el arcángel
Rafael, el gran milagro de los tres hebreos,
ilesos en el horno de Babilonia y otros hechos
semejantes de los que están llenas la Sagrada
Escritura y la Historia Eclesiástica. No se
cansaba de recordar en sus pláticas ((**It2.264**)) a este
tierno y celestial amigo:
-Sed buenos, les decía, para que esté contento
vuestro Angel Custodio. En vuestras penas y
desgracias materiales o espirituales acudid al
Angel con plena confianza y él os ayudará.
Cuántos, que estaban en pecado mortal, fueron
librados de la muerte por su Angel para que
tuvieran tiempo de confesarse bien. íAy de los
escandalosos! Los ángeles de los inocentes
traicionados pedirán venganza ante Dios.
íQué consejos los de don Bosco cuando hablaba
privadamente con uno o con otro, según la
necesidad, y en particular con sus penitentes!:
-íAcuérdate de que tienes un Angel por
compañero, guardián y amigo! -Si quieres complacer
a Jesús y a María sigue las inspiraciones de tu
Angel de la Guarda. -Invoca a tu Angel en las
tentaciones. Tiene él más ganas de ayudarte que tú
de que te ayuden. -Sé valiente y reza: también tu
Angel Custodio reza por ti y será escuchado. -No
prestes oído al demonio y no le temas; él tiembla
y huye ante la presencia de tu Angel. -Pide a tu
Angel de la Guarda que venga a consolarte y a
asistirte en la hora de tu muerte.
Hubo muchos jóvenes que manifestaron más tarde
a don Rúa haber recibido favores extraordinarios y
haberse visto libres de peligros gracias a esta
devoción, que les había inculcado don Bosco.
Señalaba también a los jóvenes algunos días de
especial devoción al Angel de la Guarda. Y así les
decía y escribía:
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