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CAPITULO XXVIII
DEVOCION DE DON BOSCO AL ANGEL DE LA GUARDA -COMO
LA RECOMENDABA A SUS MUCHACHOS -UN MUCHACHO
ALBAÑIL SALVADO POR SU ANGEL EN UNA CAIDA MORTAL
-DON BOSCO PUBLICA UN FOLLETO TITULADO: <>
A finales de este año terminaba de escribir don
Bosco un librito sobre la devoción al Angel de la
Guarda. Lo había empezado en la Residencia
Sacerdotal. Daba gracias en él al Señor, por el
gran favor de haberle puesto bajo la custodia de
un ángel; mil veces se lo oímos repetir: <>. Por eso
profesaba tierno afecto y gran devoción a su Angel
de la Guarda y celebraba cada año su fiesta.
Estaba tan persuadido de tenerlo a su lado que
parecía lo viese con sus ojos. Le saludaba varias
veces al día con el Angele Dei y confiaba del todo
a su protección las circunstancias todas de la
vida. ((**It2.263**)) Se
encomendaba a sí mismo y le encomendaba a todos
sus muchachos; me atrevería a decir que este
celestial espíritu le ayudaba en la fundación y
gobierno de sus obras.
Un día narraba don Bosco cómo la beata Juana de
la Cruz fue favorecida desde niña con la presencia
visible de su ángel custodio, cómo, guiada por él,
había abrazado el estado religioso y cómo, cuando
fue superiora del monasterio, desempeñaba
maravillosamente los asuntos más difíciles.
Surgieron en la comunidad algunos inconvenientes y
el Angel le señalaba el modo y los medios para
corregir los defectos de las demás. Esta narración
me sugirió la idea de que también él gozaba de tan
insigne favor y no pude apartar de mí tal
pensamiento en modo alguno. En efecto, no es
cierto que durante el curso de su vida manifestó
los más arcanos secretos que humanamente
1 Salmos XCI, 1 1.
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