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((**Es2.194**) trato agradable, las graciosas bromas y chistes de don Bosco. Repasaron un poco de doctrina cristiana, les enseñó alguna oración, les contó un ejemplo edificante y cantaron una loa a la Virgen: en fin, lo mismo que se había hecho hasta entonces en San Francisco de Asís. Pero al domingo siguiente, comenzó el lío. Porque se añadieron a los primeros algunos más de la barriada y no se sabia dónde colocarlos. La habitación, el corredor, la escalera, todo estaba atestado de muchachos. Don Bosco enseñaba el catecismo o explicaba el Evangelio en su habitación, mientras el teólogo Borel, que se había ofrecido a ayudarle en todo, explicaba las mismas verdades a los que estaban apiñados en los peldaños de la escalera. Resultaba después un gracioso espectáculo cómo hacían el recreo. Uno encendía el fuego, otro apagaba; este barría la habitación sin antes regarla, el otro quitaba el polvo; uno lavaba los platos, otro los rompía. Muelles, paletas, cubo, jarro, palangana, sillas, libros, vestidos, zapatos, todos, todos los objetos visibles eran revueltos, mientras los mayorcitos y juiciosos trataban de ordenarlos y ponerlos bien. Nuestro querido don Bosco miraba y reía recomendando tan sólo no romper ni estropear nada. Charitas patiens est. 1 La caridad es paciente, y ícuántos años ejercitó él en grado heroico la virtud de la fortaleza, venciéndose a sí mismo al estar continuamente con muchachos alborotadores y poco educados! ((**It2.248**)) Así pasaron seis días festivos. Por la mañana, después de confesar don Bosco a algunos, iban a oír la santa misa, ya a una, ya a otra iglesia de la ciudad. A lo mejor les preguntaba don Bosco: -A dónde vamos hoy a misa? -A la Consolata, al Monte, a Sassi, a la Crocetta, gritaban a coro los muchachos. Bajaban de las habitaciones y, colocando en medio a don Bosco, se dirigían a la iglesia que él había indicado, rezando el santo rosario por enmedio de las calles de Turín. Generalmente iban al santuario de la Consolata. Para la Bendición los llevaba, por la tarde, a la capilla de las escuelas de Santa Bárbara, dirigida por los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Estos buenos religiosos se lo permitían de buen grado, ya que él les ayudaba predicando y confesando a sus alumnos. Pero resultaba complicado para las prácticas de piedad. Algunos antiguos alumnos recordaban que el día de Todos los Santos, estando 1 I Corintios XIII, 4. (**Es2.194**))
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