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era la vandeana 1 marquesa Julieta Colbert, esposa
del marqués Tancredo Falletti de Barolo. Se le
podía aplicar, con justicia, el elogio que los
Hechos de los Apóstoles hacen de Tabita: <>2.
En efecto, empleaba sus muchas riquezas en favor
de la clase obrera y de los desgraciados.
Generosísima y prudente, solía repetir: -Jamás
queda perdido lo que se da por caridad. Demos sin
llevar cuenta, que Dios la llevará por nosotros.
-El lugar donde experimentaba mayor satisfacción
era en las cárceles de mujeres, donde, con permiso
de las Autoridades, permanecía tres o cuatro horas
cada mañana. Allí, a trueque de insultos, golpes y
humillaciones, instruyendo, rezando y haciendo
rezar, socorriendo con largueza, cambiaba aquel
repugnante lugar de fieras en hogar de criaturas
cristianas, arrepentidas y resignadas. Su virtud,
su prudencia y sabiduría lograron maravillosas
conversiones. Obtuvo del Gobierno el traslado de
las detenidas en las cárceles del Senado, en el
Correccional y en la cárcel de las Torres a un
edificio mejor emplazado para la salud, llamado
casa de forzadas, con un reglamento redactado y
discutido con ellas mismas, en el cual estaban
magistralmente distribuido el tiempo para la
piedad, el trabajo y las propias ocupaciones.
Confió el gobierno de esa cárcel a las Hermanas de
la Congregación de San José, que trajo a Turín
desde Saboya, donde tuvieron origen, y levantó
para ellas, a sus expensas, una ((**It2.235**)) planta
entera sobre aquel edificio que, de esta suerte,
tomó el aspecto de un tranquilo y agradable
monasterio. Alcanzaba para muchas detenidas el
indulto del Rey, y, como buena madre, seguía
asistiéndolas después de salir de la cárcel.
Todo esto no apagaba su sed de hacer el bien.
Lo mismo que había hecho llegar a Turín, por
encargo del rey Carlos Félix, a las Damas del
Sagrado Corazón para atender la educación de las
jóvenes de familias pudientes, instalándolas en
una vasta y estupenda quinta de su propiedad en
las cercanías de la ciudad, así también en 1834
pensó en las niñas de familias menos acomodadas, y
construyó para ellas un espacioso colegio cerca de
la iglesia de la Consolata, cuya pensión se
reducía a quince liras al mes. Fundaba al mismo
tiempo el Instituto de las Hermanas de Santa Ana,
cuyas reglas aprobó el Arzobispo, y aceptaba
novicias, que puso bajo la dirección
1 Vandeana: del territorio francés llamado
Vendée. Así se designaba también a los que,
durante la Revolución, se levantaron en el oeste
de Francia contra la República y en defensa de la
religión y la monarquía. (N. del T.)
2 Hechos IX, 36.
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