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((**Es2.181**) cuando intervino don Bosco. Rogó a su acompañante se adelantara hasta Canelli, que ya estaba cerca, y que hiciera la plática de introducción; él se volvió junto al carretero, que bufaba. Empezó por excusar a su compañero, compadeció luego su dura vida, alabóle por ser un hombre de bien, le calmó, siguió hablándole amablemente y, a poco, ya eran amigos. Después, sin que el otro se diese cuenta, le convenció de que había de respetar el santo nombre de Dios, le habló de los castigos que amenazan a los blasfemos, y terminó por invitarle a confesarse. -Estoy dispuesto, respondió el carretero; pero dónde? Don Bosco le señaló un prado umbroso cerca del camino. El hombre paró el carro. Se sentó don Bosco al pie de un árbol y el penitente se arrodilló y se confesó con gran compunción. Lleno de alegría siguió después con don Bosco por un largo trecho de camino. Al separarse, no encontraba palabras para expresar su reconocimiento. Al entrar don Bosco en Canelli quedó impresionado con la respuesta de un muchacho a un compañero que le preguntó: <> <<-A vendimiar>>. Esta palabra resonó en el oído de don Bosco con efecto mágico, como presagio de que el Señor le preparaba para una gran vendimia. Aún en sus últimos años recordaba con afecto esta pequeña circunstancia de aquel viaje: tan impresa se le habia quedado. Predicó en Canelli durante ocho o diez días. Desde allí se dirigió a Castelnuovo donde predicó ((**It2.229**)) un sermón en la novena del santo rosario y confesó a mucha gente, como había hecho en Canelli. El fruto de su predicación en las poblaciones rurales y a los niños era enorme, por su manera de instruir y mover a la gente ruda e ignorante. <(**Es2.181**))
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