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((**Es2.172**) respuesta: <((**It2.216**)) comisión popular, un día tendremos que arrepentirnos, pero inútilmente, porque ya habrán desaparecido la fe y las buenas costumbres>>. Don Bosco era totalmente del parecer de monseñor Losana, de monseñor Ghilardi, del marqués de Barolo, del señor Durando, como mil veces lo dijo y repitió a varios obispos, para que, dada la novedad de los tiempos, se preocuparan de preservar a la juventud de sus diócesis con industrias nuevas. No es el caso, decía, de observar de dónde reciben inspiración y ayuda esas instituciones; sino, más bien, de estudiar atentamente qué tales son; y, si son buenas, pensar en darles prudente y cristiana dirección; y así impedir que se impregnen de espíritu irreligioso. Ya le veremos nosotros poner en práctica, a su tiempo, lo que aconsejaba a los demás. Si estos consejos e industrias se hubieran llevado a cabo en seguida, tal vez se hubieran evitado muchos males y no hubieran sido tachados como enemigos de la ciencia, de la instrucción y del bienestar del pueblo, hombres de Iglesia y seglares amantes de la religión. Sin embargo, es de notar que entonces no se podían ver las cosas tan claramente como se vieron después: los sectarios habían urdido en secreto sus planes y empezaban de pronto a llevarlos a la práctica, mientras los buenos no estaban preparados para la lucha. Gran parte del clero, no dándose cuenta de la gravedad del momento, lo hubieran creído una oposición inútil, dada las apariencias de religiosidad conservadas por el Gobierno: el desacuerdo del Arzobispo con su Majestad separaba a muchos del mundo oficial, que hubieran podido prestar valiosa ayuda: el tener su sede en la capital del reino le ocasionaba no pequeño estorbo, porque allí se concentraban todas las miradas de los sectarios y sus medidas habían sido combatidas con todos los medios. En contra suya ((**It2.217**)) en particular, ardía en las logias un odio inextinguible, pues era bien conocida la firmeza de su ánimo apostólico. Con todo, Monseñor, tranquilo e impertérrito, después de haber aguantado largo tiempo, y no sin haberlo pensado y encomendado al Señor, mandó llamar al abate Aporti. Sabía que iba a chocar con un (**Es2.172**))
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