((**Es2.158**)
<((**It2.198**)) >>Fue
precisamente a consecuencia de la muerte de
Comollo -dice un compañero suyo- cuando me decidí
a llevar una vida de auténtico aspirante al
sacerdocio para convertirme en verdadero
eclesiástico; y por más que esta resolución haya
sido hasta ahora ineficaz, no desisto, sino al
revés, me empeño todos los días, cada vez más, en
multiplicar el esfuerzo.
>>Y no fueron precisamente propósitos de
circunstancia, ya que todavía hoy se siente allí
el buen olor de las virtudes de Comollo. Prueba de
ello es que el rector del seminario me confesó
algunos meses atrás que "el cambio obrado en los
seminaristas por la muerte de Comollo aún dura en
nuestros días".
>>Habría que hacer notar en este punto que todo
esto se produjo, principalmente, como consecuencia
de dos apariciones de Comollo después de su muerte
(de una de las cuales son testigos las personas de
un dormitorio entero)>>.
En la primera edición, de tres mil ejemplares,
apenas si hizo una somera indicación de estos
hechos maravillosos; sólo en la de 1884 se
determinó a publicar extensamente uno de ellos, a
petición del que escribe estas memorias. Los
motivos expuestos explican el espanto producido
por la segunda aparición. No sólo Samuel, sino
también algún hijo de Helí, debía oír la voz del
Señor.
Al mismo tiempo, ofrecía don Bosco las
primicias de sus escritos sobre la Santísima
Virgen, como en dos ramilletes de flores. El
primero con el mencionado folleto, que demostraba
la protección de María en la vida y en la muerte
de un seminarista devoto suyo. El segundo con un
librito titulado: Corona de los siete dolores de
María, con unas breves consideraciones sobre los
mismos, expuestas en forma de Via Crucis. Lo
escribió antes de salir de la Residencia
Sacerdotal, con ocasión de una novena y fiesta en
honor de la Dolorosa,
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