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CAPITULO XXI
LA PRENSA Y LA ESCUELA -DON BOSCO ESCRITOR -EL
PRIMER REVISOR DE SUS OBRAS -UNA RELIQUIA DEL
CLERIGO COMOLLO -DON BOSCO TRANSMITE A LA
POSTERIDAD EL RECUERDO DE SU CONDISCIPULO CON UNA
BIOGRAFIA -ESCRIBE EL OPUSCULO: <>
LA opinión pública, inspirada en las necesidades
de los tiempos, impulsada por agentes secretos,
apoyada por las disposiciones de las leyes
civiles, declaraba como un deber difundir, lo más
posible, la instrucción del pueblo. Ya don Bosco
había previsto muy pronto que la escuela y la
prensa, medios excelentes por sí mismos para hacer
el bien, se convertirían en los medios más
poderosos de que se valdría el demonio para
sembrar el mal y el error en las multitudes.
Francia ofrecía un lastimoso ejemplo.
Es necesario, afirmaba y repetía don Bosco,
prevenir en lo posible el peligro. Hay que
prepararse para oponer a la escuela y la prensa
malas, la escuela y la prensa buenas.
Por eso resolvió, y fue empeño de toda su vida,
entregarse a la educación de la juventud y del
pueblo mediante la buena instrucción y los buenos
libros. Y empezó a escribir para la imprenta.
Robaba a su descanso muchas horas de la noche y,
durante el día, ((**It2.193**))
dedicaba a ello todos los momentos que le dejaban
libre el cuidado de sus muchachos, el ministerio
sacerdotal y el estudio de la teología moral. Su
mesa estaba atestada de cuadernos y folios, llenos
de notas, que diligentemente recogía de temas en
defensa de la religión, de la Iglesia Católica y
del Papado; de hechos edificantes, prácticas de
piedad, asuntos religiosos y profanos para la
instrucción escolar. Con ellas acumulaba materia
para los libros que entonces proyectaba, cuya
oportunidad y excelencia fueron en su día
reconocidos, por el número de ediciones que
alcanzaron y los juicios favorables de personajes
famosos.
Sin embargo, aun cuando don Bosco se sentía con
las dotes y la capacidad necesaria para tal
misión, nunca se dio aires de escritor,
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