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Magistratura de la Reforma, se dejó engañar por
tales señores y secundó, sin darse cuenta, los
secretos designios de la secta, que trabajaba para
sembrar la semilla de una pérfida educación.
Monseñor Pasio escribió a Milán pidiendo al cónsul
de Cerdeña un profesor de distinguida competencia,
y el gobernador general de Lombardía, requerido al
efecto, propuso al abate Aporti, del que tejía los
mayores elogios, y Monseñor aconsejó a Carlos
Alberto que lo hiciera llamar a Turín. El rey
había informado de estos proyectos a monseñor
Fransoni, que era contrario a los planes de
monseñor Pasio. Efectivamente, el Santo Padre
Gregorio XVI, en 1839, con una circular a los
obispos de los Estados Pontificios, había
prohibido los asilos de infancia, si presentaban
el carácter que les asignaba el mismo Aporti. Se
acercaba, pues, la hora de las primeras
escaramuzas dirigidas por los autores del error
contra la Iglesia. Ahora bien, don Bosco podía
llevar adelante su misión, necesitaba ponerse en
relación con los prelados de la Santa Iglesia, con
las personas más nobles, más religiosas de la
ciudad y del reino, pertenecientes al clero
secular, a las órdenes religiosas, a la
magistratura y al mismo Consejo del Soberano.
Estos debían ser sus más insignes bienhechores,
sus consejeros y sus más atentos auxiliares. Y la
divina Providencia iba realizando estos contactos,
los cuales, sin las circunstancias por Ella
predispuestas, no hubieran sido tan fáciles ni tan
solícitos.
En sus visitas al arzobispado se encontraba don
Bosco frecuentemente con obispos que acudían a
hablar con el ((**It2.190**))
Metropolitano, y asimismo con prelados de otras
provincias eclesiásticas del reino, que llegaban a
Turín para dirigirse a la Corte. Yo creo que en
estas ocasiones conoció a muchos respetables
personajes. En efecto, desde los comienzos de su
carrera sacerdotal, le vemos tratar, diría que
como a iguales, salvo el respeto debido al
carácter episcopal, con monseñor Felipe Artico,
obispo de Asti, con monseñor Modesto Contratto,
capuchino, obispo de Acqui, con monseñor Juan
Pedro Losana de Biella; tiene una gran
familiaridad con los obispos monseñor Clemente
Manzini, de Cúneo, carmelita descalzo; monseñor
Luis Moreno, de Ivrea, monseñor Alejandro Vicente
Luis de Angennes, amigo del dominico monseñor Juan
Tomás Ghilarde, obispo de Mondoví, que gozaba de
mucha entrada en la Corte y era celosísimo en
promover la piedad y defender los derechos
eclesiásticos. A éstos y otros varios hay que
añadir el nuevo Vicario Apostólico ante la corte
de Saboya, monseñor Antonio Antolucci, arzobispo
de Tarso. De este modo tuvo don Bosco, desde estos
sus primeros años hasta
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