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su afable trato, se sentían impulsados a volver a
Dios; y así venían desde sus pueblos al Oratorio y
se presentaban a don Bosco diciendo:
-Yo soy fulano, aquel que usted confesó en la
cárcel: se recuerda todavía de mí? Desde entonces
no he vuelto a confesarme; pero ahora vengo para
que usted arregle mi conciencia, porque quiero de
veras hacerme bueno.
Dieron testimonio de esto don Miguel Rúa, el
señor Juan Tamietti, el señor José Tomatis, José
Buzzetti y otros.
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