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((**Es2.124**) de ofreceros los consejos y avisos más convenientes para vuestras almas. >>He querido deciros estas cosas, para que en ningún caso os dejéis engañar por el demonio, callando por vergüenza el ((**It2.151**)) pecado que sea en la confesión. Os aseguro, queridos jóvenes, que la mano me tiembla ante la consideración del gran número de cristianos que se encaminan a la eterna condenación, nada más que por haber callado o no haber expuesto con sinceridad ciertos pecados en la confesión. Si, por casualidad, alguno de vosotros, al revisar su vida pasada, se da cuenta de que ocultó voluntariamente algún pecado, o simplemente abriga dudas sobre la validez de alguna confesión, yo le diría: "Amigo mío, por amor a Jesucristo y a la preciosa sangre que derramó para salvarte, arregla, te lo suplico, tu conciencia, la primera vez que vayas a confesarte; todo eso que te inquieta manifiéstalo, como si estuvieses en punto de muerte. Y si no sabes por donde empezar, díle simplemente al confesor que tienes algo en tu vida pasada que te intranquiliza. Con esto tendrá suficiente. Bastará que tú, a continuación, colabores respondiendo a sus preguntas, y te aseguro que todo quedará en regla". >>Presentaos con frecuencia a vuestro confesor; rezad por él; poned en práctica sus consejos. Y, una vez hayáis elegido el confesor más a propósito a vuestro juicio, para atender a las necesidades de vuestra alma, no os cambiéis sino por verdadera amistad. Mientras no os hagáis con un confesor fijo, en el que poner enteramente vuestra confianza, echaréis de menos un verdadero amigo para las cosas del alma. Contad también con las oraciones del confesor: él cada día tiene presentes a sus penitentes en la santa misa y ruega a Dios que les conceda la gracia de hacer buenas confesiones y la perseverancia en el bien. Pues vosotros, por vuestra parte, rezad también por él. >>Sin embargo, sin escrúpulo alguno, podéis acudir a otro confesor, si vosotros o él cambiáis de domicilio y cuando os resulte muy penoso acudir a él, por estar enfermo o porque, en determinada solemnidad, es mucha la gente que aguarda para confesarse con él. Asimismo, si tuvieseis en la conciencia algo ((**It2.152**)) que no os atrevéis a decir al confesor ordinario, antes de cometer un sacrilegio, preferible es mil veces cambiar de confesor. >>Y si fuere a parar este mi escrito a manos de quien la Providencia destinó a escuchar confesiones de jóvenes, querría pedirle humildemente me permitiese decirle, omitiendo otras cosas, lo siguiente: >>1§. Habéis de acoger con amabilidad a toda suerte de penitentes, pero de manera particular a los jóvenes. Echadles una mano a la (**Es2.124**))
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