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de Dios, con el crecer de los años. Una fe
razonada es siempre una arma preventiva contra las
futuras caídas, ya que, como dice el salmista,
<> y empuja constantemente
hacia el sendero de la salvación a quien tuviere
la desgracia de descarriarse.
Se entretenía particularmente en la catequesis
explicando las disposiciones necesarias para
confesarse bien y los frutos que saca el hombre de
confesarse con regularidad y constancia. Estaba
persuadido de que, sólo con la confesión y
comunión frecuentes puede el muchacho pasar, con
corazón limpio, esa época de la vida en que se
desarrollan las pasiones más peligrosas; son tabla
de salvación y de dominio de sí mismos para los
que ((**It2.150**)) ya
fueron víctimas de las pasiones. Acreditan esta su
íntima convicción las continuas exhortaciones que,
de palabra y por escrito, dirigía a sus queridos
jóvenes. Reproducimos aquí, a modo de ejemplo, lo
que él mismo escribe en la biografía de Miguel
Magone. En ella hace un paréntesis totalmente
dirigido a los jovencitos, y añade después unos
avisos utilísimos para los confesores.
<>No olvidéis que el confesor es un padre que
desea ardientemente haceros el bien por todos los
medios a su alcance y que busca ahorraros toda
clase de males. No tengáis miedo de perder su
estima al confesarle faltas graves o de que vaya a
contárselas a otros. Porque la verdad es que por
nada del mundo puede el confesor decir lo más
mínimo de lo oído en confesión; así hubiera de
perder la propia vida no podría él, en absoluto,
comunicar la más mínima noticia de lo que oyó al
confesar. Es más, os puedo asegurar que, tanto más
crecerá su confianza en vosotros, cuanto más
sinceros seáis y más os fiéis de él, y, por otra
parte, tanto mejor se encontrará en condiciones
1 Salmo CXVIII, 9.
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