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((**Es2.115**) enseñándoles cantos al Señor y a la Virgen. Monseñor Bertagna, jovencito entonces, vino ((**It2.138**)) a pasar una temporada en Turín, e instado por don Bosco, asistía a veces con los demás, como discípulo, a estas lecciones de catecismo y de canto. Aquellos muchachos eran la alegría y el consuelo de don Bosco. Escribe él en sus memorias: <>. Pero su corazón no estaba satisfecho del todo. Sentía la necesidad de una iglesia para sus muchachos, de patios espaciosos para los recreos, de locales a propósito para las clases que había ideado, de pórticos y cobertizos donde guarecerse sus alumnos de la intemperie en la época del frío y de la lluvia. Apenábale también un tanto la frialdad con que le trataba algún superior subalterno, a quien parecía no gustarle mucho aquella novedad. Es más; atestigua don Giacomelli que los muchachos recogidos por don Bosco no eran más que tolerados, y aún de mala gana, por la comunidad. Parece condición ordinaria de las obras de Dios establecerse y crecer en medio de la oposición y las adversidades. Las de don Bosco empezaban ahora. En efecto, el régimen comunitario requiere silencio a muchas horas del día; las funciones públicas de una iglesia frecuentadísima piden tranquilidad. Unas y otras quedaban rotas por aquella turba, no siempre silenciosa. El mismo don Bosco veía que le era indispensable otro local, y abrió ((**It2.139**)) su corazón al Rector. El teólogo Guala, aunque acostumbrado a una vida apartada de todo ruido y sabedor de todos los inconvenientes de que se lamentaban, era, con todo, justo apreciador del bien que se hacía y más aún del que se preparaba. Animó, pues, a don Bosco a continuar sin hacer caso de las habladurías y le concedió una prueba más de su protección. Ya había suministrado algunas veces, con ocasión de alguna solemnidad, el desayuno o la merienda a los muchachos: quiso ahora darles una gratísima sorpresa. Estaba integrada aquella tropa juvenil por una mayoría de picapedreros, estucadores, empedradores y, sobre todo, albañiles. Por este motivo quiso el teólogo Guala celebrar (**Es2.115**))
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