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de los hombres que era, descubría en esta
controversia los principios de muchas otras y más
graves.
Al mismo tiempo, había fundado el conde Camilo
de Cavour una sociedad que se denominó Asociación
Agraria. Parecía destinada al bien de los
habitantes de la ciudad y del campo. Su fin moral
aparente era convertir en elementos de edificación
social a los labradores especialmente. Preparar
((**It2.121**)) los
pueblos para grandes empresas promoviendo la unión
de las fuerzas; hermanar a las ciudades y
provincias por medio de congresos. Pero el fin
político secreto era educar a los ciudadanos para
las discusiones públicas, como preparación y
experiencia anticipada del sistema parlamentario.
Llegó a los cuatro mil socios, y fue Carlos
Alberto el primer inscrito. La Asociación contó
con biblioteca, reuniones públicas y privadas y
diario propio. El rey puso como presidente al
marqués César Alfieri de Sostegno, glorioso resto
de los conjurados del veintiuno, el cual debía
moderar las intemperancias democráticas.
Selectos escritores empezaban, además, a
preparar y publicar una enciclopedia popular que,
a la par del progreso científico y literario,
estaba destinada a encender la llama que
mantuviera vivo en el Piamonte el fuego patrio
que, poco a poco, debía despertarse en todas las
demás provincias de Italia 1.
El fermento revolucionario, que bajo todo esto
se escondía, hacía presagiar un mal porvenir, por
lo que nosotros creemos que el venerable
Cottolengo, al pronunciar aquella frase tremenda,
preveía los acontecimientos que de repente se
fueron sucediendo algunos años después.
Otro luto más familiar vino a amargar el
corazón de don Bosco al mes siguiente: fue la
muerte de aquel ángel de pureza, clérigo José
Burzio. Casi víctima de una calumnia en el
seminario, le había defendido con tal perspicacia
y prudencia que logró disipar la intriga y hacer
triunfar claramente su inocencia. Era, a sus
veinte años, novicio en los Oblatos de María y
mantenía íntima relación con don Bosco. Después de
predecir el lugar de su muerte, ((**It2.122**)) fue
conducido de Pinerolo a Turín para atenderle mejor
en su enfermedad, pero expiró allí en el convento
de la Consolata, el 20 de mayo. Su cadáver fue
sepultado en los sótanos de la iglesia, bajo el
altar de la Virgen, junto a las tumbas de otros de
sus hermanos.
Se acercaba entretanto a su término el primer
año de don Bosco
1 PREDARI-I primi vagiti, etc. pág. 27-68.
(**Es2.101**))
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