((**Es19.86**)
El suceso tuvo mucha resonancia y produjo también
alguna impresión en el seno de la Congregación de
Ritos; ((**It19.94**)) hasta
parece que llamó la atención del Padre Santo 1.
La Congregación Preparatoria se abría, pues,
con buenos auspicios, aunque no es de suponer que
los Cardenales de Ritos, reunidos el 11 de
diciembre de 1928 en el Palacio Apostólico
Vaticano, se dejaran ni siquiera influenciar por
el recuerdo de aquel caso para dar, como dieron,
su voto favorable.
Después de tantas indagaciones se calculaba
también que la Congregación general sería superada
fácilmente. Todavía en las dos últimas sesiones
ordinarias, del 6 y del 30 de enero de 1929,
volvió monseñor Salotti al asalto con las últimas
dificultades, que monseñor Della Cioppa pudo
deshacer con facilidad, de tal modo que el cinco
de marzo, y en presencia del Padre Santo, los
votos consultivos de los Cardenales y de los
Consultores fueron de afirmación. El Padre Santo,
a quien está reservado deliberar, tomado el tiempo
para reflexionar y pedir luces al Cielo, el día
diecinueve de marzo, después de la celebración del
divino Sacrificio, llamó ante sí a los Cardenales
Laurenti, Prefecto de Ritos, y Verde, Ponente de
la Causa después de la muerte de Vico, y con ellos
a los Monseñores Salotti, Promotor General de la
Fe, y Mariani, Secretario de la Sagrada
Congregación, y entró, seguido de los mismos, en
otra aula noble, donde, sentado en el trono,
sentenció que había constancia de los dos milagros
y ordenó la publicación del correspondiente
decreto. Aquella misma mañana se dio lectura
pública de este decreto en el aula consistorial
del Palacio Apostólico. La ceremonia se desarrolló
solemnemente en presencia del Papa y de su Corte.
Asistían amplias representaciones de los colegios
salesianos y de los de las Hijas de María
Auxiliadora, numerosos exalumnos y muchas
personalidades, Señoras y Señores, invitados con
entrada especial. Acercóse a las gradas del trono
el Secretario y, obtenido el consentimiento del
Padre Santo, leyó el decreto.
Claramente aparece con cuánta abundancia
bendijo el Señor omnipotente a su Siervo Juan
Bosco y a la Pía Sociedad por él fundada, en
((**It19.95**)) favor y
ayuda del pueblo, por los dones de la naturaleza y
de gracia con que le enriqueció, por las obras
insignes que desarrolló y por las nuevas casas de
su Pía Sociedad, abiertas y consolidadas en tantas
regiones, hasta en las partes más alejadas del
mundo, pese a la casi absoluta falta de los medios
necesarios.
El Siervo de Dios, nacido en una familia pobre,
se vio, desde los primeros años de
1 Cartas de don Francisco Tomasetti a don
Calógero Gusmano, secretario del Capítulo
Superior. Roma, 5 y 27 de junio de 1928.(**Es19.86**))
<Anterior: 19. 85><Siguiente: 19. 87>