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comprender los lectores, las tres Congregaciones,
llamadas antepreparatoria, preparatoria y general,
de las que hablaremos más adelante.
En la Causa de don Bosco la Postulación,
representada primero por don Dante Munerati y
después por don Francisco Tomasetti, suplicó que,
sin esperar a que terminase el proceso apostólico
de las virtudes, se enviaran las cartas
remisoriales a los Ordinarios, a quienes
correspondía la incumbencia de hacer los dos
procesos apostólicos de los milagros. Uno de estos
procesos se celebró en Turín de 1924 a 1926, el
otro en Piacenza del 1925 al 1926.
La Hija de María Auxiliadora sor Provina Negro
cayó enferma el 1905 en Giaveno, donde residía.
Tenía treinta ((**It19.88**)) años.
Los primeros síntomas del mal fueron inapetencia,
postración, dolores en la boca del estómago,
ardores en la garganta y en el esófago durante la
deglución; vinieron después los vómitos, en los
cuales devolvía los alimentos mezclados con sangre
negruzca. Rápidamente le vino un dolor intenso y
habitual al corazón. De cuando en cuando la
enferma sentía en él como el efecto de una fisura
producida por un cuchillo cortante. Sobrevinieron
a continuación la intolerancia de cualquier bebida
e hinchazón del epigastrio. La compresión dactilar
transmitía el dolor lancinante y ardiente desde la
región epigástrica hasta el dorso. Un dolor agudo,
como si una punta de estilete le atravesase el
vientre, la despertaba de improviso durante el
sueño por breves intervalos. Los doctores Crolle
de Giaveno y Forni de Turín diagnosticaron una
úlcera ventricular o circular del estómago. La
Religiosa quedóse por fin fija en Turín por las
exigencias de las curas.
De día en día se agravaba la enfermedad. El
domingo 29 de julio de 1906 fueron a visitarla dos
hermanas, le contaron algunas gracias portentosas
atribuidas a la intercesión de don Bosco y la
animaron a confiar en él. Cuando se quedó sola,
empezó a recordar la confianza con que solía
acudir a don Bosco durante su noviciado y así, de
pensamiento en pensamiento, se sintió movida a
invocar su auxilio. Había en la mesita de noche un
retrato del Siervo de Dios recortado del Boletín
Salesiano. A duras penas pudo la enferma alargar
la mano y tomar el retrato, que sostuvo unos
instantes ante los ojos diciendo:
-íOh, don Bosco, ved en qué estado me
encuentro! La Madre General me ha dicho que a su
vuelta de Nizza quiere verme curada; y yo empeoro
cada día más. No puedo hacer nada para obedecerla:
si queréis que obedezca, hacedme curar.
Mientras tanto prometió a don Bosco que, si
curaba, sería más diligente en la observancia de
las Reglas.
Terminada la plegaria, hizo con la imagen una
especie de píldora(**Es19.81**))
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