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íSus ejemplos! Esa es, queridísimos hijos, la
parte más útil todavía: quizá la únicamente útil,
de la gran fiesta de este día.
Porque, es cierto, no les es dado a todos gozar
de esta tan amplia y maravillosa abundancia de
dones divinos, de este poderoso conjunto del
pensamiento, del afecto, de las obras; no poseen
todos la misma medida de gracia, no les es posible
a todos seguir esos caminos luminosos; pero
también ((**It19.83**)) ícuánto
hay de imitable para todos -como oportunamente se
ha puesto de relieve- en una vida tan laboriosa,
tan recogida, tan activa y tan orante!
Esa era, en efecto, una de sus más bellas
características, la de estar en todo, ocupado en
un contraste continuo, agobiador, de inquietudes,
en medio de una multitud de demandas y consultas,
y tener siempre el espíritu en otra parte: siempre
arriba, donde la claridad era impasible, donde
dominaba siempre soberanamente la calma; de tal
forma que en él el trabajo era oración real, y se
cumplía el gran principio de la vida cristiana:
qui laborat, orat.
Esta era y debe seguir siendo la gran gloria de
sus hijos y sus hijas. íQué de méritos en aquella
vida olvidada de sí mismo para prodigarse en favor
de los más pequeños, los más humildes, los menos
atrayentes y, si así puede decirse, los más
desgraciados!
También en aquella maravilla de obras, también
allí, queridísimos hijos, no debe encontrar
nuestra debilidad, por así decir, una
justificación de sí misma.
Si es verdad que no todos pueden literalmente
imitar aquella perfección y eficacia de obras -ya
que muchas veces, por desgracia, no es verdad,
cristiana y sinceramente hablando, que querer es
poder, y en cambio es verdad que muchas veces no
se quiere bastante aquello que se puede-; de la
vida y de las obras de don Bosco -decíamos- esto
es lo que también nosotros podemos reconocer y
deducir: y como no todos pueden lo que quieren y
querrían, importa mucho que cada cual quiera de
veras aquello que puede.
íCuánto aumentaría, queridísimos hijos, el bien
de las almas, de los individuos, de las familias,
de la sociedad, si todos hicieran lo que cada uno
puede; si, en la modesta medida de sus posibles,
quisiera cada uno el bien que puede hacer por sí
mismo o por medio de otros!
Que el ejemplo de este gran Siervo de Dios
estimule a todos a seguir su camino, aunque hayan
de quedarse necesariamente a mucha distancia de
él; ese camino, en el que él ha esparcido tanto
bien y tanta luz, tantos brillantes ejemplos de
edificación cristiana.
Con esta próxima y lejana visión Nos tomamos la
más amplia y afectuosa parte en la fiesta y el
gozo de los buenos Salesianos y de las Hijas de
María Auxiliadora. Y pensamos en todos,
especialmente en aquellas iglesias y aquellas
tierras para las que este día es de un modo
particular y de un título singular, día de santa y
nobilísima alegría. Pensamos en la alegría de
Turín; pensamos en la alegría de Asti: pensamos
->>y cómo no pensar en ellos?- en la alegría de
todos los lugares, de todas las partes del mundo,
porque literalmente no hay parte en el mundo,
donde los hijos y las hijas de don Bosco, las
obras de don Bosco, siempre vivas, siempre en
marcha, no sigan desarrollándose por el camino
trazado con su mano, en las que no florezca cada
vez más fresca y fecunda su imitación.
((**It19.84**)) La
bendición apostólica puso fin a la ceremonia.
Cuando el Papa descendió del trono y emprendió la
marcha rápidamente con su séquito, toda la
asamblea aplaudía conmovida y entusiasmada.
La(**Es19.77**))
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