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((**Es19.74**) vida, una viva personificación ((**It19.79**)) de la gratitud. Querría poseer en este momento el agradecimiento que don Bosco albergaba en su corazón a los Santos Pontífices Pío IX, León XIII y todos los que han cooperado a sus Obras, para poder demostrar de algún modo el reconocimiento profundo, imperecedero que sentimos y que siempre conservaremos a Vuestra Santidad, por el Decreto sobre las virtudes heroicas de don Bosco, Decreto que nos señala también a nuestro Padre y Fundador como nuestro modelo. La ejemplaridad de don Bosco y de sus virtudes era para nosotros, sus hijos y discípulos, una convicción que nos habíamos formado con la continua convivencia con El; pero >>quién nos aseguraba que esta convicción no era hija del gran afecto que sentíamos a don Bosco y que los métodos que él nos ha dejado, atrevidos por su espíritu de modernidad, lo mismo en el apostolado educativo de la juventud, que en la práctica de la perfección evangélica, fueran un camino seguro a seguir con ánimo tranquilo? Ciertamente no bastaba para nuestra seguridad el consolador florecimiento de nuestros Oratorios festivos, Hospicios, Colegios y Misiones; ni la voz casi unánime de eminentes Príncipes, altos prelados y pastores de almas; ni la aprobación de las autoridades civiles, callada en un principio y notoria después; ni el aplauso de ilustres personajes y de casi todos los pueblos de las distintas naciones del mundo... La seguridad sólo podía dárnosla, y hoy nos la ha dado, Vuestra Santidad. Don Bosco educador ingenioso, solícito y maravilloso de santidad en sus hijos (como un Domingo Savio, un don Miguel Rúa, un cardenal Cagliero, un don Pablo Albera, un don Andrés Beltrami, un don Augusto Czartoryski, una sor María Mazzarello, por nombrar algunos), es proclamado con el decreto de hoy un héroe cristiano; se nos ha propuesto, por consiguiente, con toda autoridad como modelo sobre el cual pueden y deben formarse en una vida santa todos los que son y serán llamados a enrolarse con los educadores modernos de la juventud, constituidos por él en sociedad, organizados y provistos de todas las armas, de acuerdo con los tiempos presentes, y necesarias para conseguir la finalidad de ser santos, poder regenerar y santificar a un mismo tiempo a las generaciones crecientes. La vida íntima de don Bosco educador, como él la vivió antes de dejarla consignada en los métodos dados a sus hijos, formará en el porvenir la norma precisa para la actuación de su programa de regeneración y santificación juvenil, lo mismo en los grandes y pequeños centros civilizados, que en medio de las tribus salvajes, donde se puede injertar el germen divino de la Redención en las pequeñas plantas vírgenes y jóvenes con mayor confianza de buenos resultados. Imitar a don Bosco para reproducir en nosotros su unión ininterrumpida con Dios, su inagotable caridad con el prójimo, su prudencia, su inquebrantable fortaleza, la afabilidad que serena e infunde gozo en los corazones, la pureza inmaculada que hace detestar en sumo grado el pecado ((**It19.80**)) y suspirar incesantemente por las cosas celestiales, es, Beatísimo Padre, la misión que intensificaremos de hoy en adelante, para llegar más fácilmente a seguir al único Maestro, Guía y Modelo, que es Jesucristo nuestro Señor y Redentor. A esto tendía nuestro Padre, que nos dejó escrito en su carta testamento: <>. Con este propósito de imitación constante del Padre don Bosco, para llegar a revestirnos todos de Jesucristo en el día de la gloria y con la esperanza confiada de otro Decreto que apruebe los milagros presentados para la Beatificación de nuestro Venerable(**Es19.74**))
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