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vida, una viva personificación ((**It19.79**)) de la
gratitud. Querría poseer en este momento el
agradecimiento que don Bosco albergaba en su
corazón a los Santos Pontífices Pío IX, León XIII
y todos los que han cooperado a sus Obras, para
poder demostrar de algún modo el reconocimiento
profundo, imperecedero que sentimos y que siempre
conservaremos a Vuestra Santidad, por el Decreto
sobre las virtudes heroicas de don Bosco, Decreto
que nos señala también a nuestro Padre y Fundador
como nuestro modelo.
La ejemplaridad de don Bosco y de sus virtudes
era para nosotros, sus hijos y discípulos, una
convicción que nos habíamos formado con la
continua convivencia con El; pero >>quién nos
aseguraba que esta convicción no era hija del gran
afecto que sentíamos a don Bosco y que los métodos
que él nos ha dejado, atrevidos por su espíritu de
modernidad, lo mismo en el apostolado educativo de
la juventud, que en la práctica de la perfección
evangélica, fueran un camino seguro a seguir con
ánimo tranquilo?
Ciertamente no bastaba para nuestra seguridad
el consolador florecimiento de nuestros Oratorios
festivos, Hospicios, Colegios y Misiones; ni la
voz casi unánime de eminentes Príncipes, altos
prelados y pastores de almas; ni la aprobación de
las autoridades civiles, callada en un principio y
notoria después; ni el aplauso de ilustres
personajes y de casi todos los pueblos de las
distintas naciones del mundo... La seguridad sólo
podía dárnosla, y hoy nos la ha dado, Vuestra
Santidad.
Don Bosco educador ingenioso, solícito y
maravilloso de santidad en sus hijos (como un
Domingo Savio, un don Miguel Rúa, un cardenal
Cagliero, un don Pablo Albera, un don Andrés
Beltrami, un don Augusto Czartoryski, una sor
María Mazzarello, por nombrar algunos), es
proclamado con el decreto de hoy un héroe
cristiano; se nos ha propuesto, por consiguiente,
con toda autoridad como modelo sobre el cual
pueden y deben formarse en una vida santa todos
los que son y serán llamados a enrolarse con los
educadores modernos de la juventud, constituidos
por él en sociedad, organizados y provistos de
todas las armas, de acuerdo con los tiempos
presentes, y necesarias para conseguir la
finalidad de ser santos, poder regenerar y
santificar a un mismo tiempo a las generaciones
crecientes.
La vida íntima de don Bosco educador, como él
la vivió antes de dejarla consignada en los
métodos dados a sus hijos, formará en el porvenir
la norma precisa para la actuación de su programa
de regeneración y santificación juvenil, lo mismo
en los grandes y pequeños centros civilizados, que
en medio de las tribus salvajes, donde se puede
injertar el germen divino de la Redención en las
pequeñas plantas vírgenes y jóvenes con mayor
confianza de buenos resultados.
Imitar a don Bosco para reproducir en nosotros
su unión ininterrumpida con Dios, su inagotable
caridad con el prójimo, su prudencia, su
inquebrantable fortaleza, la afabilidad que serena
e infunde gozo en los corazones, la pureza
inmaculada que hace detestar en sumo grado el
pecado ((**It19.80**)) y
suspirar incesantemente por las cosas celestiales,
es, Beatísimo Padre, la misión que
intensificaremos de hoy en adelante, para llegar
más fácilmente a seguir al único Maestro, Guía y
Modelo, que es Jesucristo nuestro Señor y
Redentor.
A esto tendía nuestro Padre, que nos dejó
escrito en su carta testamento: <>.
Con este propósito de imitación constante del
Padre don Bosco, para llegar a revestirnos todos
de Jesucristo en el día de la gloria y con la
esperanza confiada de otro Decreto que apruebe los
milagros presentados para la Beatificación de
nuestro Venerable(**Es19.74**))
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