((**Es19.71**)
Difícilmente podría expresarse con palabras o
medir hasta dónde llega el mérito ganado ante la
religión y ante cualquier otra forma humana de
civilización, el brillo que ha prestado a la
Iglesia Católica, los muchos y valiosos actos y
ejemplos de virtud que ha dejado a la posteridad
el Venerable Siervo de Dios don Juan Bosco, que
supo ser digno ministro e imitador de Aquel que
decía de sí mismo: He venido a traer fuego sobre
la tierra y ícuánto desearía que ya estuviera
encendido! (Luc. XII, 49). Y si después se quiere
confrontar la falta de medios en que el Siervo de
Dios se encontraba continuamente y las
contrariedades que sufrió sin cesar, con la
abundancia de sus empresas y los beneficios
aportados al género humano, habrá que admirar en
él no sólo al sacerdote inflamado en celo
apostólico, sino al enviado por Dios para ayudar
especialmente a la juventud, y se tendrá que
recordar el dicho del Divino Maestro: El reino de
los Cielos es semejante a un grano de mostaza que
tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es
ciertamente más pequeño que cualquier semilla,
pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y
se hace árbol, hasta el punto de que las aves del
cielo vienen a anidar en sus ramas (Mat. XIII, 31,
32).
Juan Bosco nació en la aldea de Morialdo, junto
a Castelnuovo de Asti, y sus padres, que no eran
ricos pero apreciados por su probidad de vida,
vivían del trabajo en el campo. Estaba en la
infancia cuando perdió a su padre, mas fue
instruido con todo cuidado por la madre en los
primeros principios de la religión cristiana.
Desde los primeros años de su vida, en plena
infancia, parecía naturalmente nacido para cosas
grandes y maravillosas; porque manifestaba tal
abundancia de dotes especiales de cuerpo y de
espíritu que, a cualquier parte que se dirigiera,
daba fundadas esperanzas de mucho y extraordinario
éxito. Desde la adolescencia comenzó a sentir
deseos de consagrar totalmente su vida a la gloria
de Dios; pero le faltaban medios para dedicarse a
los estudios necesarios. Como estaba dotado de
talento penetrante y feliz memoria, logró
fácilmente ganarse la benevolencia de generosos
bienhechores, que le allanaron el camino de los
estudios. Hizo los cursos de bachillerato con
matrícula de honor, entró en el Seminario
Episcopal de Chieri, donde cursó con gran
aplicación la Filosofía y la Teología. Fue
admitido a las sagradas órdenes y, apenas ordenado
sacerdote, fue nombrado inmediatamente coadjutor
parroquial, cargo en el que dio prueba de tanta
actividad y tan ardoroso ((**It19.76**)) celo
que, en breve tiempo, recogió frutos abundantes.
Pero su alma estaba angustiada por el casi
completo descuido, en aquellos tiempos, de la
educación cristiana de la juventud; y, anhelando
remediar tan gran falta, dedicó sus mayores
atenciones y sus continuos trabajos sobre todo a
los muchachos que no tenían a nadie que pensara en
ellos y se entregó con toda su alma a educarlos,
instruirlos y protegerlos. Y para que, después, no
pudiera faltarle a la juventud una preparación
justa y oportuna, entendió que lo mejor era
instituir una familia religiosa que se dedicase
totalmente a ello.
Pensó que este plan debía llevarse a cabo con
toda la diligencia y sin demora, y decidió
consagrar todos los dones con que Dios le había
enriquecido a esta obra sublime, para gloria de su
divino nombre y salvación de las almas. íObra
verdaderamente singular de religión y de piedad,
que basta por sí sola para revelar el carácter del
eximio sacerdote y la santidad de su vida! Porque
una obra semejante requiere enormes fatigas,
privaciones, viajes, una vida, en fin, de ardua
actividad. Pero, aunque faltaran los medios
necesarios y toda suerte de privaciones
atormentara la naciente Sociedad y surgieran
dificultades y contradicciones por doquiera, sin
embargo el Venerable Siervo de Dios logró,
implorando la caridad ajena, proveerla de todo lo
necesario. No perdió el ánimo ante el peso de
tantos gastos. La Pía Sociedad, por él formada,
necesitaba muchas cosas, sin las cuales no habría
podido durar, ni mucho(**Es19.71**))
<Anterior: 19. 70><Siguiente: 19. 72>