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((**Es19.55**)unos buenos propósitos, que leyó ante la imagen de la Santísima Virgen, con la firme voluntad de ser fiel a ellos. Por mediación del mismo Ven. Cafasso, entró en el Seminario Arzobispal de Chieri, donde siguió durante seis años los estudios de filosofía y teología, obteniendo cada año un premio especial. Aplicóse también al estudio de la historia eclesiástica y de la lengua griega, del hebreo y del francés, y de otras materias. Ocasionóle una gran alegría haber obtenido de los superiores, junto con otros compañeros más fervorosos, entre los cuales estaba Luis Comollo, digno de mención y loa, el poderse acercar varias veces por semana a la sagrada mesa, contra la costumbre de entonces. Mientras tanto, dentro de los muros del Seminario de Chieri, continuaba con los muchachos y jóvenes, lo mismo internos que externos, el apostolado empezado en Morialdo y Castelnuovo. Recibió las órdenes del subdiaconado y diaconado y, pocos días antes de ser elevado al sacerdocio, formuló y escribió unos propósitos nuevos y precisos para el porvenir. Ordenado que fue de sacerdote, celebró su primera misa en Turín en la iglesia de S. Francisco de Asís; la segunda en la iglesia de N.¦ Sra. de la Consolación (Consolata), la tercera y la cuarta en Chieri, y el día del Corpus Christi en Castelnuovo, con gran asistencia del pueblo. Al volver a casa por la tarde y pasar por el lugar, donde en algún tiempo había tenido el presentimiento de su apostolado entre los muchachos, dio gracias a Dios y le alabó con el salmo 112: Laudate pueri Dominum. La piadosa Margarita, al recibir con alegría y maternal afecto a su hijo Juan, ya sacerdote, le exhortó a meditar e imitar a Jesús, que tanto ha padecido por nosotros, y sólo pidió a su hijo que rogara por ella y la recordara siempre en la santa misa. Durante el verano de 1841 se trasladó a Turín, donde, por consejo y bajo la dirección del Ven. Cafasso, atendió durante tres años al estudio de la teología moral y de la sagrada elocuencia, a la par que ejerció el ministerio sacerdotal en cárceles y hospitales. Para educar después a los muchachos abandonados, empezó a reunirlos los días festivos en iglesias, oratorios y otros lugares. Salvadas muchas dificultades y obstáculos con la ayuda de Dios, se refugió por fin como en un puerto, en una casa del suburbio de Valdocco junto a Turín. Aquella casa, casi una cueva, transformada en una semana en un edificio decente, lo bendijo solemnemente el mismo Siervo de Dios, con la debida autorización, y lo dedicó a Dios el mejor Maestro, en honor de San Francisco de Sales, el domingo 12 de abril de 1846. ((**It19.56**)) El Arzobispo de Turín enriqueció a este oratorio y a su Rector con muchos privilegios y hasta el mismo Rey Carlos Alberto lo tomó bajo su protección. Abrió sucesivamente otros dos oratorios, dedicados, el uno a San Luis Gonzaga y el otro al Angel Custodio, a los que acudían más de quinientos muchachos. Fundó, además, escuelas diurnas, nocturnas y dominicales para la instrucción de los jóvenes aprendices, y como el número de alumnos crecía de día en día, eligió a algunos y los instruyó para que hicieran de maestros en sus oratorios y escuelas. En abril de 1847, enternecido ante la miseria y la desgracia de algunos jovencitos, los albergó en una casita que había alquilado junto al Oratorio y en la que vivía con su madre, gracias a cuya ayuda podía proveerlos de lo necesario para su educación y manutención. Esta humilde casa fue el principio del Oratorio, llamado de San Francisco de Sales, que contaba con treinta muchachos internos en 1851 y, agrandada tenía cuatrocientos en 1860 y ochocientos en 1870. Desde el principio colocaba a estos muchachos en talleres de la ciudad para aprender y practicar diversos oficios; iba a menudo a aquellos talleres y se informaba del(**Es19.55**))
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