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sus votos el cardenal Tripepi, nombrado Ponente
por el Sucesor de León XIII. Un número
considerable de documentos se refería a las
controversias entre don Bosco y el arzobispo
Gastaldi. Pío X, después de oír la relación de los
mismos por monseñor Verde, Promotor de la fe,
considerando su peculiar carácter, dispuso que se
revisaran aparte. Por cuanto se refería a la
censura teológica, aquéllos, como todos los demás
escritos, eran impecables; pero dada la calidad de
los hechos en sí mismos y la dignidad de las
personas interesadas, pareció necesario un trabajo
satisfactorio, por cuanto pudiese reflejar la
discusión de las virtudes. Se organizó, pues, un
procesículo especial secreto, a fin de que fuera
posible y cómodo a la par emitir un juicio seguro
e imparcial sobre el comportamiento observado por
el Siervo de Dios ((**It19.53**)) en una
discordia tan larga, ardua y desagradable. El
Consultor llamado a redactar su votum pro
veritate, extendió una límpida relación, en la que
las razones de la verdad y de la justicia
aparecían con plena evidencia. Concluía
concienzudamente declarando que, tras un atento y
ponderado examen de todas las cuestiones, no se
podía rectamente deducir nada que debiera
considerarse como un grave impedimento para seguir
ad ulteriora, nada que amenazase obstaculizar a
continuación la normal discusión de las virtudes
heroicas de don Bosco. Hecho esto, se promulgó el
día 22 de agosto de 1906 el decreto de aprobación
de los escritos.
El Promotor de la fe había continuado en tanto
el estudio para sacar de todo el material que se
refería a la Causa, sus animadversiones, o sea,
las objeciones contra la legitimidad de las
pruebas y contra las virtudes y la fama de
santidad. Se imprimieron las dificultades por él
alegadas, y contrapuso el Abogado sus respuestas,
también impresas, resolviéndolas de modo que no
quedasen dudas ni oscuridades. Después, cuarenta y
cinco días antes de la fecha establecida para la
discusión, se distribuyeron, encuadernadas en un
solo volumen, la información, el sumario, la
objeciones y las respuestas, como está prescrito,
al Cardenal Ponente, al Cardenal Prefecto, a todos
los Cardenales y Prelados oficiales de la Sagrada
Congregación de Ritos, al Secretario, al Promotor
y Subpromotor general de la fe. Finalmente el 23
de julio de 1907, después de muchas otras
formalidades que no es preciso describir, el
Cardenal Ponente Vives y Tutó, que había sucedido
al difunto Tripepi, propuso en la Congregación
ordinaria la duda de si había que aprobar o no la
Comisión o mandato para la introducción de la
Causa. Después de oír su relación, Cardenales y
Consultores dieron su voto favorable, subordinado
al beneplácito de Su Santidad. Al día siguiente
firmó el Santo Padre Pío X la Comisión.
Esta(**Es19.53**))
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