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cartas, sin distinción de escritos o autógrafos
realizados por mano ajena al dictado o
cualesquiera otros escritos publicados por su
mandato. Sería tiempo perdido llevar adelante la
Causa, si luego debiera constar que los escritos
contienen algo contra la pureza de la doctrina en
cuanto a la fe y la moral. Para la búsqueda se
había decretado que se establecieran varios
centros; ((**It19.49**)) pero
después, y a fin de que la Causa fuera más
expedita, los centros se redujeron a uno solo, es
decir, a aquél donde el Siervo de Dios había
tenido morada habitual. El año 1898 murió monseñor
Riccardi y su sucesor, monseñor Agustín Richelmy,
publicó una orden, el veinticinco de octubre de
aquel año, por la cual <> imponía a todos los fieles de la
Archidiócesis la entrega de los escritos, que
estuvieren en su posesión. Aquella entrega debía
hacerse a Su Excelencia, al Rector Mayor de los
Salesianos o al propio párroco. Además, el que
supiese que se conservaban escritos de don Bosco
en alguna familia, en algún archivo o biblioteca,
lo denunciase al Arzobispo o al párroco. Entonces
don Miguel Rúa, en su calidad de Superior General
de la Pía Sociedad, prescribió a todos los
Salesianos, en una circular, que le mandasen
rápidamente cualquier escrito del Siervo de Dios.
Para el cumplimiento de estas obligaciones se
fijó el plazo de dos meses; pero duraba ya la
requisitoria casi dos años, cuando, por no
retardar demasiado la introducción de la Causa, se
estableció que se enviase a Roma la parte ya
recogida y controlada, y así se empezase
rápidamente el examen de la misma en la
Congregación de Ritos. Había impresos y
manuscritos divididos en nueve categorías: 1.°
Históricos y científicos (6). 2.° Catequísticos y
polémicos (19). 3.° Biográficos (17). 4.° Vidas de
Santos (8). 5.° Vidas de Sumos Pontífices, desde
San Pedro hasta San Melquiades inclusive (20). 6.°
Marianos (9). 7.° Ascéticos (8). 8.° Escritos
amenos (5). 9.° Algunos manuscritos en torno a los
mismos temas (17). En un segundo envío se
añadieron otros escritos cortos muy numerosos:
cartas privadas, circulares de diversos géneros,
documentos dirigidos a la Santa Sede o a
Cardenales, folletos en defensa de las escuelas
salesianas, el Reglamento de las casas con el
apéndice sobre el sistema preventivo, convenios
estipulados con diversas personas, gestiones y
proyectos para la apertura de casas salesianas,
poesías, sermones, resúmenes o croquis de sermones
hechos, temas ((**It19.50**)) y
esbozos de sermones oídos. Sólo las copias de las
cartas privadas requirieron mil cuatrocientas
veinte páginas en papel de oficio. Estas y otras
copias las escribía don Joaquín Berto, archivero
de la Congregación. El envío de todo aquel
material(**Es19.50**))
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