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a besar la Sagrada Púrpura, satisfechos ahora y
siempre de podernos profesar con el más alto
aprecio y veneración,
De vuestra Eminencia Reverendísima,
Turín, 6 de septiembre de 1889.
Sus attos.
ss. ss. hijos en J. C.
(siguen 49
firmas)
El Cardenal respondió el ocho de febrero,
diciendo que se había examinado la súplica,
obligándose a asegurar que se tendría en la debida
cuenta y reservándose dar las disposiciones que
fueren del caso. Aun cuando podía hacerlo, no
creyó oportuno actuar él solo. Así se lo dictaba
su humildad. Por otro lado, los Superiores no
escondían el peligro de que algún Obispo, creyendo
prematuro el expediente, opinase en contrario y
que ello creare dificultades y aplazamientos. Tres
meses más tarde se presentó el momento propicio
para la consulta. A primeros de mayo, se reunieron
con el Cardenal, para tratar asuntos de mucha
importancia, los Obispos de las dos provincias
eclesiásticas de Turín y Vercelli. Eran veinte y
celebraban las reuniones en el palacio arzobispal.
El día ocho fueron preguntados, en plena asamblea,
y respondieron unánimemente que era oportuno
empezar el proceso diocesano; algunos, como
monseñor Manacorda y monseñor Richelmy, hicieron
altos elogios del Siervo de Dios. A partir de
aquel punto, el Cardenal se decidió a aceptar la
petición de los Salesianos y ponerla en marcha
inmediatamente.
Mientras esto sucedía en Turín, estaban
ausentes, hacía más de un mes, los dos que
inicialmente debían sostener la parte principal.
Don Miguel Rúa, después de haber visitado las
casas de Francia y la de Londres, se encontraba en
Bélgica, para poner la primera piedra de la casa
de Lieja, aceptada por don Bosco, casi dos meses
antes de morir; y don Juan Bonetti, tras haber
visitado Sicilia, se movía por el centro de
Italia. Ambos no estuvieron de vuelta hasta las
vísperas de la fiesta de María Auxiliadora, que se
celebró aquel año de 1890 el día tres de ((**It19.42**)) junio;
pero no se perdió el tiempo. La víspera y el mismo
día de la fiesta, mientras, dentro y fuera del
santuario, dirigían sus preces a la Virgen de don
Bosco millares de fieles, en el Oratorio y en la
Curia se concluyeron rápidamente los preliminares.
El primer acto preliminar consistió en el
nombramiento del Postulador, cuyo deber es
promover las gestiones de la Causa, proveer a
todos los gastos necesarios, presentar los nombres
de los testigos a interrogar y todos los
documentos referentes a la Causa, cuidarse
de(**Es19.44**))
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