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((**Es19.42**) de haber oído personalmente a los testigos oculares, firmadas por él mismo y legalizadas por esa Curia Arzobispal. Las dos curaciones milagrosas eran las de las dos señoras turinesas, Dellavalle y Piovano, que hemos narrado en el penúltimo capítulo del decimoctavo volumen. La súplica de los Capitulares hacía notar cómo se cumplían en el caso las condiciones requeridas por la Santa Sede, para que se pudiese proceder al proceso pedido, y señalaba los motivos imperiosos que empujaban a acelerar los pasos necesarios. Eminencia Reverendísima: Los que suscriben, sacerdotes de la Congregación Salesiana, reunidos en Capítulo General en Valsálice, de acuerdo con sus Constituciones, aprovechan la propicia ocasión para rogar humildemente a Vuestra Eminencia Reverendísima, que, sirviéndose de las facultades concedidas por la Sede Apostólica a los Ordinarios, se digne abrir el Proceso Diocesano sobre la fama de santidad, sobre las virtudes y milagros del Siervo de Dios don Juan Bosco, fallecido en esta ciudad el 31 de enero de 1888 y aquí sepultado; proceso exigido para la introducción de la causa de su Beatificación en Roma. Al pedir a Vuestra Eminencia la apertura de este Proceso, ((**It19.39**)) nos apoyamos en las siguientes consideraciones, a las que V. E. prestará el valor, que en su alto saber juzgue en el Señor: 1.¦ El sacerdote don Juan Bosco dio, durante todo el curso de su vida, pruebas de una virtud eminente, tal y como Urbano VIII exige en la circular que, por medio de la Sagrada Congregación de Ritos, dirigió a Patriarcas, Arzobispos y Obispos con fecha del 12 de marzo de 1631, para que los Ordinarios tengan que llegar a la composición del Proceso Diocesano (V. LAMB., De serv. Dei Beatif., libro II, cap. 43, n. 10). Dan fe de esta eminente virtud millares de personas, que le conocieron y trataron; dan fe también de ello las muchas y grandes obras de religión y caridad, utilísimas para la Iglesia, creadas por el Siervo de Dios y desarrolladas en tiempos dificilísimos. Tales son, entre otras: la fundación de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, las Misiones extranjeras, extendidas hasta los últimos confines de la tierra; más de un centenar de colegios, hospicios y oratorios festivos organizados para la educación cristiana de la juventud de ambos sexos; millares de sacerdotes dados a la Iglesia, especialmente en Piamonte, en tiempos en que escaseaban; además, los muchos escritos que compuso e imprimió para sostener las verdades católicas, y las numerosas capillas y magníficas iglesias, levantadas desde sus cimientos y dedicadas al culto divino; y muchas otras obras privadas y públicas, muy conocidas por Vuestra Eminencia Reverendísima. 2.¦ Dicho Siervo de Dios estaba enriquecido con dones sobrenaturales, y lo demostró muchas veces, prediciendo sucesos privados y públicos, que humanamente no se podían prever y que sucedieron en el tiempo y con las circunstancias por él anunciadas; lo demostró, además, averiguando y revelando el secreto de las conciencias, y curando a enfermos presentes y lejanos con sólo bendecirlos. 3.¦ Por sus excelentes virtudes, por sus grandiosas obras de celo y de caridad, por(**Es19.42**))
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