((**Es19.40**)
gustaran manifestar. Y terminaba así: <((**It19.36**))
especialmente por el vivo deseo que tiene de
propagar la gloria de Dios y la edificación de los
fieles, cooperando al honor de éste su Siervo,
querrá favorecerme generosamente con sus consejos
y su ayuda; y desde ahora se lo agradezco
cordialmente>>.
En la misma carta se refería don Miguel Rúa a
curaciones que, humanamente hablando, tenían
carácter milagroso. Un mes más tarde, el dieciséis
de agosto, presentó las más dignas de
consideración a todos los obispos, reservándose
presentar todavía otras a los jueces por nombrar
para el eventual proceso diocesano, a fin de que
fueran estudiadas por ellos en forma jurídica,
como elementos favorables a la Causa, cuando
hubiera de introducirse en Roma.
No conocemos el contenido de todas las
respuestas; algunas de las que tenemos en nuestras
manos manifiestan apreciaciones dignas de singular
atención. Escribía el arzobispo de Génova,
monseñor Magnasco, el veinticinco de julio: <>. Y el obispo de
Alessandria, monseñor Salvay, el once de agosto:
<>.
Monseñor Riccardi, obispo de Novara, comunicaba el
quince de agosto: <((**It19.37**)) y que
supo admirablemente infundir en sus cooperadores;
la vida de perseverante sacrificio que llevó y las
demás exquisitas dotes de las que dio pruebas
manifiestas, son argumentos muy válidos para
deducir el grado eminente de virtud de aquella
alma privilegiada, y justifican ampliamente la
fama de santidad que gozaba en vida, que le
acompañó hasta la muerte y que, no(**Es19.40**))
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