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hablan esas publicaciones, >>son verdaderas?
-Sí... ya... -respondió Monseñor. Y entonces el
Procurador o el Magistrado que fuese añadió: -Si
las cosas son verdad, guárdese de intentar
procesos: sería echar leña al fuego y resultaría
peor que dejarlo correr... -De esto se hablaba en
Turín y se daba por cosa cierta.
Por tanto, los males existían y eran graves,
gravísimos.
Paso ahora a los opúsculos, para decir en torno
a ellos lo que más importa.
Ya antes de 1878 aparecían los Calendarios
litúrgicos con cosas amenas y ridículas, de tal
modo que yo, lo confieso, me divertía con ellos
entre amigos sacerdotes y más que simples
sacerdotes. Oí quejas y lamentos sin cuento por
Turín. Compatriota como era de don Bosco (por
consiguiente también de don José Cafasso), y
habiendo estado cerca de él durante un decenio (a
pesar de que apenas fui clérigo perteneciese al
Seminario de Turín, cerrado y abierto solamente en
parte para diversas clases), esto es, desde el
tercero de bachiller, como ahora se dice, hasta
después de algún mes después de haber sido
ordenado sacerdote, y por tanto apasionado por don
Bosco, sentía hervir la sangre en mi pecho al ver
cómo era maltratado y oprimido por Mons. Gastaldi,
Chiuso, Colomiatti (éste último, más tarde). Puede
decirse que todos los días había alguna novedad.
Encontrándome después en Roma durante bastante
tiempo, como profesor, bajo la dirección de Mons.
Crostarosa (1877-78) pude saber lo que se decía
entre dignatarios y personajes de la Iglesia, y
también más arriba, pues tenía algunos e
importantes conocidos. Había logrado que me
enviaran desde Turín el Calendario litúrgico para
el 1878; y al ver que era más divertido que los
anteriores, empecé a darle un vistazo con
reflexiones que pasaban por mi cabeza. Y entonces
me vino la idea (a mí solo, a mí en mi interior)
de hacer con ellas una revista con dibujos,
todavía de una forma vaga, e imprimirla. Y
entonces empecé a pasar al papel mis observaciones
un poco en plan de broma. No recuerdo bien, si fue
antes de que empezase a escribir, o cuando ya
estaba escribiendo, me llegó, no sé de parte de
quién, pero debió ser de parte del mismo autor, y
amigo mío, de quien hablaré dentro de poco, una
hoja impresa, no recuerdo si en forma de carta o
de exposición, firmada por un Cooperador
Salesiano, en la cual se defendía a don Bosco
contra Mons. Gastaldi. Esto me metió en la cabeza
unas ganas locas de empezar o de seguir
escribiendo e imprimiendo yo también (a decir
verdad me falla la memoria y no recuerdo bien si
lo primero o lo segundo: diría que más lo segundo,
es decir, seguir escribiendo). Entonces empecé a
escribir el Aguinaldo para el Clero, o sea Revista
sobre el Calendario litúrgico de la archidiócesis
de Turín para el año 1878, escrita por un
Capellán. Y aquel Capellán era y soy yo, el
sacerdote Juan Turchi. En cuanto al firmante
Cooperador Salesiano, del que acabo de hablar (me
lo dijera él mismo u otros; quizás lo supe por
((**It19.408**)) él o
por otros) fue antaño y siempre amigo mío, y es:
el reverendo doctor en Filosofía y Letras J. B.
Anfossi, actualmente canónigo honorario de la
SSma. Trinidad en Turín, que estuvo también en mis
tiempos con don Bosco y salió de allí a la par
conmigo: pero siempre se ha conservado muy adicto
a don Bosco. Anfossi, a quien había informado de
mi plan, me enviaba después, desde Turín, las
novedades de cuanto allí sucedía, que podía
saberlas allí mejor que yo en Roma y así me daba
material nuevo para el Aguinaldo.
Mientras tanto pude saber en Roma que también
el Padre Jesuita Antonio Ballerini (me parece que
así se llamaba) estaba escribiendo sobre las
doctrinas de Mons. Gastaldi. Fui a él, para que me
aclarara algo que necesitaba, me parece que sobre
los milagros 1, es decir, en cuanto a la
aprobación, o menos, del Ordinario en su diócesis;
1 Digo milagros ya admitidos hace tiempo en
otras diócesis.
(**Es19.335**))
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