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de Pío IX, como se supo por él mismo, facultad
para confesar siempre y sin limitación de
territorios; 7.°, por fin, con los obispos
próximos, a los que prohibía actuar en funciones
de su Diócesis 1; 8.°, diría, para acabar, que
hasta con los Santos, ya que tratándose de
reimprimir por milésima vez ((**It19.406**)) una
Alabanza de San Alfonso, negándose a permitir la
reimpresión sin una variante que él quería, y
habiéndole observado el tipógrafo u otros que
aquella Alabanza era ya antigua, y que nadie había
tenido nada que ver en ella que no estuviera bien,
él añadió: San Alfonso era Obispo y yo soy
Arzobispo, y lo quiero así; 9.°, con el Cabildo
Metropolitano. Al hacer su Sínodo, Mons. Gastaldi
presentó, según derecho, la copia del escrito al
Cabildo; luego, en la reunión del Clero, en la
Catedral, hizo leer otro. Habiendo ido después a
la ribera ligur para tomar baños, redactó un
tercero y lo imprimió el año 1873. Así me ha sido
contado como cierto. Verdaderamente y por
desgracia hubo y hay discusiones sobre su valor,
excepto en lo que contiene del cardenal Costa
sobre el Sínodo. Pero, >>cómo distinguir lo que
pertenece y lo que no pertenece a Costa? Se
requeriría un buen trabajo sobre el particular. Se
me aseguró, en tanto, que el excelente moralista
Mons. Bertagna, en sus conferencias al Clero joven
manifiesta que el Sínodo no es válido. Si nuestro
veneradísimo arzobispo Mons. David de los Conti
Riccardi nos lo cita, es porque, como un día me
decía Mons. Re, obispo de Alba, puede calcularse
sobre un tácito consentimiento del Cabildo
Metropolitano. Pero >>cómo suponer que el Cabildo
no haya protestado oportunamente? Así, y mientras
tanto, el Sínodo sería Sínodo y no Sínodo. Además,
Mons. Gastaldi se las había tomado con Margotti y
su Unit… Cattolica, vejándole de tal modo que
Margotti se vio obligado a traspasar la propiedad
de su periódico a su hermano Esteban, para verse
libre de él. Fue muy extraño que, a la muerte de
Mons. Gastaldi, las noticias que diría de palacio,
esto es, lo relativo a la exposición del cadáver y
a cuanto sucedía en el palacio arzobispal y la
capilla externa aneja al mismo, lo mismo que
respecto al ceremonial de la conducción del
cadáver, etc., todas las noticias, y muy
detalladas, las daba un periódico liberalísimo, y
el peor después de la Gazzetta del Popolo, a
saber, la Gazzetta Piemontese, de la cual las
tomaban las publicaciones religiosas. Monseñor
Gastaldi era, además, de ideas liberales, como lo
demuestra de modo singular una Pastoral suya.
Admito, sin embargo, que Mons. Gastaldi
estuviera mal servido por su Curia. Una vez,
encontrándome en uno de los despachos de la
Cancillería en Roma, me dijo un excelente
canonista: -íPero es posible que en Turín no haya
alguien que entienda de Cánones!
Si, además, se quieren conocer mejor los
desórdenes y los males de aquel tiempo, conviene
leer los diversos opúsculos publicados entonces
por Mons. Gastaldi, sin excluir la Exposición del
Sacerdote Juan Bosco a los Eminentísimos
Cardenales de la Sagrada Congregación del
Concilio, que éste escribió para obedecer a la
Santa Sede, con cierta repugnancia: opúsculo que
se debió hacer imprimir, pero en edición
reservadísima y realizada en plena noche y con
personal extraño a las casas salesianas, a
excepción del Director de la tipografía de S.
Vicente de Paúl en S. Pier d'Arena, 1881. Que los
opúsculos contuvieran la verdad, amén de que puede
decirse que todos lo admitían, se demuestra
también porque Mons. Gastaldi ((**It19.407**)) quería
intentar un proceso, si no contra los autores de
los Opúsculos, al menos contra los editores; pero,
aconsejándose con el Procurador del Rey, éste le
preguntó: -Pero las cosas de que
1 Mons. Emiliano Manacorda, obispo dignísimo de
Fossano, en la archidiócesis de Turín, se vio
obligado, en aquel tiempo, a pedir a la Santa Sede
-y lo obtuvo- no depender de Mons. Gastaldi, su
Metropolitano.
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