((**Es19.333**)trataba
de chismes sino de hechos, tuvo que autorizar a la
Curia para procesarle; pero quedó tan dolido al
comprender quién era su confidente, que la muerte
imprevista de Monseñor, sucedida pocos días
después, se dijo por muchos que había sido
ocasionada por el desengaño tenido con don
Marcelino. Y el tal don Marcelino, obligado
finalmente a renunciar a la parroquia, no se sabe
qué conducta lleva, ni si vive en Turín o anda
viajando, vestido con ropas puramente mundanas y
llevando largos bigotes: ciertamente no se habla
muy bien de él.
Era entonces sabido por todos, y aún hoy se
sabe, que las cosas de la archidiócesis de Turín
marchaban mal, en tiempos del episcopado del pobre
monseñor Gastaldi, singularmente en los últimos
tiempos; y supongo que en Roma se supieran y se
sepan todavía mejor. Yo mismo, que me encontré en
Roma bastante tiempo (parte del 1877 y parte del
1878), oí frecuentemente hablar, a personas
incapaces de ir, de las quejas que se vertían
sobre monseñor Gastaldi por personajes de alta
condición en la Iglesia y por la misma Santidad
del Papa actual. Por lo demás, los opúsculos
arriba nombrados contenían bastante materia para
hacerse una idea sobre el punto a que habían
llegado las cosas bajo el pobre monseñor Gastaldi;
y aquellos opúsculos no fueron nunca, ((**It19.405**)) que yo
sepa, públicamente contradichos ni refutados: y
por encima de todo lo que podía saber sobre ello,
un Obispo de una diócesis piamontesa, que, antes
de ser Obispo, estaba establecido en Turín y
conocía por su posición muy bien cosas y personas,
me decía, no hace mucho, que aquellos opúsculos se
leían ávidamente y que se encontraba que decían la
verdad.
Como es sabido, el pobre monseñor Gastaldi
estaba enfadado con todo y con todos. Y, 1.°, con
la Santa Sede, rehusando obedecer y ganándose
suspensiones especiales, no queriendo someterse a
la sentencia de los Tribunales de la misma, sino
acosejándose y aviniéndose con altos magistrados
para oponerse a Roma y dejarla sin resultado; 2.°,
con verdaderos dictámenes de la Fe, habiendo
impreso, aun antes de ser Obispo, proposiciones,
en las que estaba de acuerdo con jefes sectarios;
proposiciones impugnadas en uno de dichos
opúsculos, titulado Piccolo Saggio sulle dotirine
di Mons. Gastaldi (Pequeño ensayo sobre las
doctrinas de Mons. Gastaldi), en la parte que es
propiamente Ensayo; 3.°, con la Moral de San
Alfonso de Ligorio, que le parecía demasiado
ancha, y en consecuencia destruyendo una de las
más hermosas y útiles instituciones del Piamonte,
como era la Residencia Eclesiástica para el
estudio de la Moral, que alejó los rigores del
Jansenismo del Piamonte mismo, y que era una
fundación de hombres insignes por su doctrina y
santidad de vida, como lo fueron el teólogo Guala
y don José Cafasso; y luego el destierro dado al
gran moralista el teólogo J. B. Bertagna, hoy
obispo titular de Cafarnaún; 4.°, con las órdenes
y congregaciones religiosas, especialmente contra
los jesuitas, a los cuales, dando después él mismo
clase de moral a los sacerdotes jóvenes, los
colocaba en situación de burla, y habiendo
asegurado en uno de sus escritos impreso, que el
estado religioso no era más perfecto que el simple
sacerdocio; particularmente también con el pobre
don Bosco, del que sería muy largo contar lo mucho
que le maltrató, y que tenía la culpa de no
quererse dejar destruir él y su Congregación; 5.°,
con la sana y católica filosofía, habiéndose
convertido en adalid de las teorías Rosminianas,
cuyos seguidores, según he leído en un periódico
liberal, tenían una fortaleza en Gastaldi,
arzobispo de Turín; 6.°, con su clero y los
mejores del mismo, imponiendo suspensiones sin
cuento y por fútiles motivos; y entre las víctimas
de las suspensiones también don Bosco en cuanto al
ministerio de la confesión; cuestión, sin embargo,
de la que él mismo no se había enterado y otros
supusieron que sus licencias de Confesión habían
sido, se gún costumbre, normalmente confirmadas ad
annum; y en cambio don B(**Es19.333**))
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