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Juan Bosco, nuestro Fundador, se desean más
pruebas sobre su vida de oración y su espíritu
profético.
He rezado y meditado sobre lo uno y lo otro, y
en confirmación de las abundantes deposiciones que
a favor de cuanto se quiere demostrar se
encuentran en las Actas Procesales, me siento
obligado a hacer a V. E. Rvma., dispuesto a
hacerlo bajo juramento, dos declaraciones:
((**It19.400**)) 1.¦ Se
objeta que el Siervo de Dios pidió y obtuvo
dispensa del Breviario. La pidió cuando andaba por
los cincuenta años y le sucedía, por largos
períodos de tiempo, que no podía leer de ningún
modo. El mismo me lo declaró a mí, todavía
clérigo, cuando le comuniqué que iba a hacerme
visitar por un oculista. Me miró, como para
decirme que no sacaría de ello ningún provecho y
me dijo: -<>. Comprendí
enseguida que me quería decir que otro tanto me
sucedería a mí; y así sucedió precisamente, porque
también yo, que al presente rezo el Breviario sin
trabajo, no pude rezarlo de ningún modo durante
mucho tiempo.
Y permítame, Eminencia, añadir que tengo la
íntima convicción de que el Venerable fue
precisamente un hombre de Dios, continuamente
unido a Dios con la oración. Durante los últimos
años, después de unas mañanas totalmente ocupadas
recibiendo personas de toda suerte y condición
social, que acudían a él desde todas partes en
busca de consejo o para recibir su bendición,
solía estar retirado en su habitación todos los
días, desde las dos a las tres de la tarde, y no
permitían los Superiores que, en aquella hora se
le molestase. Pero estando yo, desde 1883 hasta la
muerte del Siervo de Dios, encargado de una Casa
de formación de aspirantes al Sacerdocio y
habiéndome él dicho que fuese a verle siempre que
lo necesitase, quizá con poca discreción, seguro
de que podría llegar a él con mayor comodidad,
quebranté varias veces la consigna, y no sólo en
el Oratorio, sino en Lanzo y en San Benigno, a
donde iba con frecuencia, en Mathi y en la Casa de
San Juan Evangelista de Turín, me acerqué varias
veces a él precisamente a aquella hora para
hablarle. Y, en todas partes y siempre, le
sorprendí recogido, con las manos juntas, en
meditación.
2.¦ Lo segundo que siento el deber de exponer,
se refiere a la dificultad que se presenta sobre
la muerte del Emmo. cardenal Cagliero, el cual no
llegó a asistir a la reanudación y clausura del
Concilio Vaticano, como falsamente se ha
interpretado y divulgado que había dicho don
Bosco.
Hace más de cuarenta años que, tratando y
viviendo con los más ancianos, supe que, cuando
fue nombrado Obispo Mons. Cagliero, dijo el
Venerable que Monseñor viviría muchos años, y
entre nosotros se opinaba que pasaría de los
ochenta y cinco y en efecto superó los ochenta y
ocho; y que asistiría a un gran suceso en el
Vaticano. Don Bosco no especificó cuál sería este
gran suceso; pero fue don Carlos Viglietti,
clérigo entonces, quien interpretando por su
cuenta, y con mucha ligereza, las palabras de don
Bosco, dijo y escribió que don Bosco había dicho a
monseñor Cagliero, que asistiría a la clausura del
Concilio Vaticano.
Pero también es cierto que hace más de cuarenta
años otros muchos y yo hemos juzgado puramente
arbitraria y falsa la interpretación de don Carlos
((**It19.401**))
Viglietti, y así lo he declarado yo siempre a
quien me hablaba de ello. El mismo Cardenal
Cagliero, preguntado por mí y por otros sobre el
particular, repitió una y otra vez que don Bosco
no le hizo nunca tal profecía.
Por tanto, don Bosco no dijo, como se corrió la
voz, por la interpretación de don
(**Es19.329**))
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