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desconsolados y tristes Salesianos...? Llorad,
pues, hijos míos, o mejor, lloremos todos los que
tuvimos la fortuna de conocer a don Bosco, y de
experimentar la bondad de su corazón, los
beneficios de su caridad.
íLloremos, pero como cristianos! Lloremos, como
los que piadosamente piensan que don Bosco está en
el cielo y que allí no olvidará a los que tanto ha
amado en la tierra y que ha dejado sumidos en el
más profundo dolor.
íAh, don Bosco, acuérdate del pobre obispo de
Río de Janeiro; el primer Obispo de América que
tuvo la visita de tus hijos, de camino hacia el
Río de la Plata; el primer Obispo del Brasil, que
ha abierto en este Imperio una casa a tus queridos
hijos! íEn la hora de mi muerte acuérdate de mí, y
esto me basta!
A vosotros, pues, queridísimos Salesianos, os
envío mis felicitaciones y mi pesar, y os aseguro
que participo de vuestro dolor, aflicción y
tristeza. Que Dios os bendiga y os consuele.
Río de Janeiro, 6 de febrero de 1888.
Vuestro
afectísimo amigo,
>> PEDRO, Obispo
de S.
Sebastián en Río de Janeiro.
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4
Carta del Obispo de Montevideo a don
Miguel Rúa
Revmo. Padre don Miguel Rúa:
La infausta noticia de la pérdida del virtuoso
y venerable sacerdote don Juan Bosco, Fundador y
Rector Mayor de la benemérita Congregación
Salesiana, que V. R. se ha dignado comunicarme
oficialmente, ha ocasionado una profunda pena a mi
alma.
Agradecido por tantos títulos al insigne
bienhechor de la sociedad cristiana, don Bosco,
desde el primer instante en que el telégrafo
comunicaba su tránsito a mejor vida, en mi
condición de Prelado y en nombre de mi pueblo
elevé humildes plegarias al Supremo Hacedor por el
bien del alma del ilustre difunto y por su eterno
descanso; y al mismo tiempo pedí y rogué a Dios
por la conservación, propagación y prosperidad de
las obras de celo y de caridad que él os dejaba.
Don Juan Bosco no ha muerto; su memoria vive y
vivirá perpetuamente, porque tienen que vivir las
obras que él ha fundado para mayor gloria de Dios
con la aprobación y la bendición del Supremo
Jerarca, el Vicario de Jesucristo en la tierra.
Don Juan Bosco vive y vivirá en la memoria y en
el corazón de millares de muchachos pobres, que
aprendieron de sus labios y de su palabra las
santas enseñanzas de la fe.
Don Juan Bosco vive y vivirá en las futuras
generaciones, en las que millares y millares de
jovencitos necesitados, en el alma y en el cuerpo,
han de ser evangelizados por sus dignos hijos.
Don Juan Bosco vive y vivirá en la diócesis de
Montevideo por haber sido una de las primeras en
recibir sus solícitos cuidados, al dignarse
enviarnos a sus hijos, que se han distinguido y
triunfan en las escuelas y en las parroquias
confiadas a su celo.
(**Es19.326**))
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