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((**Es19.310**) de tantas cosas leídas en el Boletín, cree encontrarse dentro del interior ya conocido: merece toda suerte de alabanzas el arquitecto que supo ampliar la iglesia sin que cambiase la precedente configuración de la nave. Damos una idea de cómo se obtuvo tal efecto 1. A ambas partes del antiguo presbiterio abríanse dos espaciosas sacristías adosadas a los muros perimétricos, y se derribaron. Detrás del altar mayor se había añadido un coro o ábside, que no se veía desde la iglesia, y también fue demolido. Así quedaron libres los espacios para dos amplias capillas laterales, un espacioso pasillo, prolongación de la iglesia, ((**It19.376**)) y para la nueva sacristía. Las dos capillas situadas a ambas partes del nuevo y vasto presbiterio con amplias galerías, tienen espacio suficiente para todos los estudiantes y aprendices de la casa. En cada una de las hermosas galerías que dan hacia el presbiterio caben trescientas personas para las funciones más solemnes. El pasillo, que empieza desde el lado de la fachada, corre a lo largo del costado de toda la basílica hasta la sacristía, da vuelta al altar mayor y gira en torno a la otra capilla. A lo largo del espacio que, por detrás del altar mayor flanquea la sacristía, se encuentran seis preciosísimos altares. Capillas, tribunas y galería están iluminadas por grandiosos ventanales con vidrios de colores. El presbiterio recibe una luz discreta a través de una nueva cúpula, horadada por dieciséis ojos de buey con vidrieras pintadas. El centro del santuario naturalmente es el altar mayor, con su gran cuadro de María Auxiliadora y un magnífico tabernáculo para la santa Eucaristía; allí se dirige inmediatamente la mirada de quien franquea el umbral del santuario y allí se clavan los ojos de los que rezan en la iglesia. Diecinueve clases de mármol se hallan en el conjunto del altar y del cuadro. En derredor y por delante, toda una rica policromía marmórea reviste las paredes, desde el pavimento hasta las cornisas. Cuarenta y ocho columnas de mármol acopladas, con cornisas y capiteles, sostienen las galerías y separan las capillas del pasillo. Toda esta parte, que forma la cabecera del crucero, ofrece la visión de un conjunto tan variado y armónico, que las personas competentes lo admiran y el pueblo queda encantado. Aumentará el gozo, cuando en 1941 esté acabada la decoración de esta zona y se extienda hasta el fondo de la iglesia; no quedará un solo 1 Para la descripción técnica de la ampliación y del altar de don Bosco, se pueden ver dos artículos de Alberto Caviglia, publicados, primero, en L'Osservatore Romano del 3 y del 4-7 de junio de 1938 y refundidos después por el autor en uno para el Boletín de agosto. (**Es19.310**))
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