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altar 1: <((**It19.373**)) toda
gran institución de la Iglesia un día, en el que
se ha querido levantar a los restos del Santo que
fue su autor, un monumento que proclamase sus
grandezas y concentrase en él la devoción del
mundo. Pensamos en San Francisco, en Santo
Domingo, en San Ignacio, en San Pablo de la Cruz.
El día de la gloria para don Bosco ha llegado al
cumplirse el primer cincuentenario de su paso a la
gloria del cielo. Y gracias al arte de los
italianos y a la devoción de los hijos de don
Bosco, el monumento sagrado, que es un altar, ha
logrado poder decir la palabra que pasa a los
siglos>>.
La grandiosidad del monumento no estorba en la
iglesia, pues se halla colocado en el brazo
derecho del gran crucero donde estuvo el altar de
S. Pedro, en el que habitualmente celebraba don
Bosco. El arquitecto Ceradini, profesor de la
Academia Albertina, ha sabido crear un conjunto de
arte y piedad religiosa. Los ojos de quien mira
van derechamente a posarse en la urna que guarda
las reliquias del Santo, colocada bajo el cuadro
del altar y algo encima de la mesa del mismo. Esta
urna, puesta en una amplia hornacina, es de
cristal, de forma que por todas partes pueden
contemplarse los venerados restos, revestidos con
los ornamentos sacerdotales. Decimos por todas
partes, ya que hay un pasillo que separa el cuerpo
del altar de la pared de la capilla y se entra en
él por dos puertas de mármol con ricos canceles de
bronce dorado. Allí, escribe don Alberto Caviglia,
<>. Puede decirse que se
ha alcanzado el modo más natural que podía
imaginarse con el fin de colocar a la debida
veneración los sagrados restos.
No decimos nada del cuadro del altar porque es
provisional el que hay. Todo el conjunto, desde
las gradas hasta su remate, rico en mármoles
preciosos y bronces, presenta una abundancia de
detalles trazados con genialidad, distribuidos con
gusto y ejecutados con primor. Tiene delante
((**It19.374**)) un
presbiterio pavimentado con mármoles policromos y
cerrado con una balaustrada de mármol. A los lados
de la mesa hay dos basamentos también en mármol
que sostienen dos grandes estatuas, que
representan la Fe y la Caridad. Las paredes de
alrededor resplandecen con el brillo de los
mármoles y decoraciones que las adornan y tienen
tres vidrieras que representan tres monumentos
solemnes de la vida y la gloria del Santo. En el
luneto superior se ve al niño de nueve años
recibiendo, en sueño, la misión; en el
1 L'Osservatore Romano, 3 de junio de 1938.
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