((**Es19.291**)
proclama <>; del Santo, a
quien el Gobierno Nacional -primer caso en la
historia- decretaba, después de la apoteosis del
Vaticano, el triunfo romano en el Capitolio.
íLevántese, pues, este altar!
Sobre él habrá nuevos apóstoles Salesianos
tamquam lapides vivi superaedificabuntur (I Petr.
II, 5).
En este altar, que será para los Hijos de don
Bosco el hogar paterno, donde encenderán la llama
de la fe y de la civilización, que, -como
embajadores de Cristo y miembros de la quizá más
auténtica Sociedad de las Naciones- seguirán
llevando a las más lejanas fronteras del mundo.
íLevántese el nuevo altar y agrándese la
hermosa Basílica!
Desde estos lugares de oración, desde estas
escuelas de fe y de sacrificio, desde estos
sanatorios de las almas, desde estos faros de
caridad que tanto necesita la atormentada
humanidad moderna, con más hambre de Dios que de
pan, con más necesidad de Santos que de guerreros.
El día de la canonización de don Bosco escribía
una periódico italiano que <>.
Aquel abrazo y aquel llanto son todo un síntoma
y a la vez un presagio.
Es el sueño de I Becchi que sigue realizándose:
son otros animales feroces que se convierten en
corderos; es el sistema de don Bosco y su espíritu
que traspasa los confines de las Casas Salesianas
y se difunde por el mundo para renovar, con el
mejor de los estilos, las mismas conquistas, los
mismos triunfos; las conquistas del bien, los
triunfos de Cristo.
íQue el Señor nos lo otorgue y nos lo obtenga
San Juan Bosco! íEsta es la oración sobre la cual
fundamos el altar!
Mientras la orquesta ejecutaba el Exultate Deo
de Pagella, las personas más ilustres de los
presentes firmaron el pergamino, que, después de
leído por don Fidel Giraudi al público, se colocó
en su lugar.
El bloque de mármol bendecido ritualmente por el
cardenal Fossati y cubierto con la primera
paletada de cal, fue bajado despacito esperando
que la piedad y la generosidad de los fieles
permitieran realizar los planos de las obras que
abarcaban no sólo la construcción del monumental
altar, sino también la ampliación y decoración de
toda la basílica. El Te Deum de acción de gracias
y la bendición eucarística marcaron la clausura
oficial de las fiestas.
((**It19.352**)) Pero
con la clausura de las fiestas no acabaron en
aquel mes de abril las manifestaciones. Nos
referimos a las promovidas directamente desde
Turín.
Cumplíase el siglo de cuando Juan Bosco,
estudiante de bachillerato en Chieri, se había
instalado en el <>, donde pasó su
vida durante los dos años de sus cuarto y quinto
curso, dividiendo su tiempo entre los servicios de
mocito de café y los estudios. No le espantaban
los sacrificios de atender a los clientes, dormir
en un tabuco
(**Es19.291**))
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