((**Es19.263**)
fidelidad al deber en todo momento, tal y como se
le presentaba en la sucesión de las ocupaciones
cotidianas. El estaba siempre dispuesto a atender
al último llegado, a la última petición. Estaba
dispuesto a entregarse a todo y a todos, como si
todos y cada uno fuesen su única obligación. Y
responder con devota prontitud al deber, sea éste
el que fuere, es posible a todos y es una
obligación. Cumplid, pues, vuestro deber: he ahí
el secreto de toda santidad.
Pero, queridísimos hijos, queda otra cosa por
aprender de los ejemplos de vuestro Padre, de
vuestro Fundador. Tenéis una razón especial para
recordar el da mihi animas de nuestro y vuestro
don Bosco. Cuando él hacía esta oración, la hacía
por vosotros, y Dios le ha oído y le ha dado
vuestras almas, para que las ayudase según el
espíritu de Dios.
((**It19.316**)) Con
esto os ha enseñado y puesto por delante una gran
idea, una gran obra: la idea de la hermosura de
las almas que hay que salvar, la necesidad de
conservar el beneficio de la educación cristiana,
mas no de una educación cristiana corriente, sino
sincera, generosa, luminosamente cristiana,
beneficio inestimable para vosotros, para las
familias, para la sociedad, para la Iglesia.
Vosotros seréis hijos y después padres de familia;
ciudadanos distinguidos en la sociedad e hijos de
la Iglesia siempre dispuestos a cumplir dignamente
vuestros propios deberes, con Dios y con el
Estado, con la sociedad. Seréis profundamente
cristianos y eso es todo. Sentiréis, en una
palabra, el deber como impuesto por la palabra de
Dios y sabréis cumplirlo ante los hombres y ante
Dios. Y el otro deber especial de apreciar la
belleza de las almas está en reflexionar en tantas
otras almas juveniles que no gozan de los tesoros
espirituales de educación que tan ricamente se os
imparten a vosotros. Por esto, queridísimos hijos,
debéis procurar, por cuanto os sea posible,
comunicar a los demás el gran beneficio que
vosotros habéis recibido con la oración, el
ejemplo y con vuestra acción misionera tan
característica del espíritu salesiano.
Y queda todavía otra reflexión. >>De dónde sacó
don Bosco su amor a las almas? Está muy claro. Las
amó mucho, porque amó a Jesucristo. El consideraba
que Cristo hubiera dado su sangre por una sola de
ellas. Este es el secreto de todos los santos. Han
considerado lo que Jesucristo ha hecho, al extremo
de no creer que pagaba demasiado por la salvación
de las almas, hasta por una sola alma, derramando
toda su preciosísima sangre. Es la palabra de Dios
en favor de las almas: lo recuerda el Apóstol y
añade la otra palabra tan sentida: dilexit me et
tradidit semetipsum pro me.
He aquí, queridísimos hijos, lo que don Bosco
Santo se propuso muchas veces en sus meditaciones,
en su laboriosa vida. He aquí lo que hay que
hacer. Dar gracias y después, sobre todo, imitar.
Y eso es, queridísimos hijos, lo que sabemos que
vosotros queréis hacer siempre y, por eso,
queremos poner también un sentido de
reconocimiento en las bendiciones que estamos a
punto de daros, a los presentes y a todos los que
Nos representáis.
Vemos como en una magnífica visión, en una
visión agradabilísima que vosotros evocáis a
nuestro espíritu, toda la familia de don Bosco,
grande como el mundo. Y con esta visión deseamos
que nuestra bendición llegue hasta los últimos
horizontes. Bendecimos a los que más especialmente
representáis: a vuestras familias, casas y
parientes, a todo lo que más queréis de ellas.
Bendecimos de un modo especial la obra que estáis
realizando, este viaje de primera importancia que
es la preparación para la vida, y que será el
fruto de la presente educación cristiana. Cuando
llevéis por la vida el fruto, el apostolado del
ejemplo de una vida ((**It19.317**))
cristianamente vivida, entonces diréis con los
hechos, y no con las palabras, cómo se hace para
ser
(**Es19.263**))
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