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CAPITULO XIV
EN ROMA DESPUES DE LA CANONIZACION
DURANTE los tres días que siguieron a la Pascua de
don Bosco, hubo tres sucesos que aumentaron la
gloria del nuevo Santo: los honores en el
Capitolio, una audiencia pontificia de forma
insólita y un continuo homenaje de gratitud al
Papa. Mientras tanto, se celebraba en la Basílica
del Sagrado Corazón, con toda la grandiosidad
romana, el triduo que normalmente se hace en la
Urbe, inmediatamente después de una canonización.
Los honores en el Capitolio
El monte del Capitolio, cargado de historia,
que había visto triunfos de guerreros y
coronaciones de poetas, nunca había sido testigo
de la glorificación de los Santos. Antes del 1870,
era lógico que así fuera: el Papa, aunque era
también el soberano civil, no necesitaba rendir a
los nuevos Santos más honores que los tributados
en el máximo Templo de la cristiandad. Después de
1870 se comprende mejor la cuestión: dada la
existente discordia que dividía los dos poderes en
la capital del mundo católico, ningún Gobierno
podía tener la idea de glorificar civilmente a un
Santo, por muy italiano y gran italiano que fuese.
Pero tempora mutantur, nos et mutamur in illis
(cambian los tiempos y nosotros con ellos). Desde
el 11 de febrero de 1929, Italia había empezado a
ser otra. Había recuperado su ((**It19.286**)) unidad
espiritual, verdadera alma de su unidad política,
y la había recuperado como convenía a una nación
totalmente católica. En un ambiente tan renovado,
era muy natural que el Estado valorase el honor
derivado para la patria de la glorificación
mundial de un Santo como don Bosco, y mucho más
sabiéndose, como muy bien se sabía, lo mucho que
don Bosco había demostrado, en tiempos
dificilísimos, ser un prudente y laborioso
partidario de la Conciliación, llamada a crear en
el país una novísima situación. El Jefe del
Gobierno fue el primero en intuir la conveniencia
de que el Estado no sólo no estuviera ausente,
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