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por dos Obispos, que sostenían el ritual y la
candela, entonó el Veni Creator.
Acabado el himno, se acercó el Cardenal
Procurador con el abogado para hacer la tercera
petición, esta vez con la más fervorosa instancia,
instantissime (muy encarecidamente). Respondió
como antes el Secretario de los Breves ad
Principes:
-<> 1.
((**It19.270**)) Había
llegado el solemne momento. Pusiéronse en pie
Cardenales, Arzobispos y Obispos, con la mitra en
la cabeza. Un profundo silencio reinaba, no sólo
en el ábside, sino en todo el templo, ya que los
altavoces habían logrado que se oyera hasta en los
últimos rincones cuanto se había dicho y cantado.
El infalible sucesor de San Pedro, silabeando
gravemente las palabras, pronunció entonces esta
fórmula:
En honor de la santa e individua Trinidad, para
la exaltación de la fe católica e incremento de la
religión cristiana, con la autoridad de Nuestro
Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles
Pedro y Pablo y Nuestra, después de madura
deliberación y haber implorado repetidas veces la
ayuda divina y oído el parecer de nuestros
venerables hermanos Cardenales de la Santa Iglesia
Romana, Patriarcas, Arzobispos, y Obispos
residentes en la Urbe, decretamos y definimos que
el Beato Juan Bosco es Santo y lo inscribimos en
el número de los Santos, estableciendo que se
honre devotamente su memoria por la Iglesia
universal entre los Santos Confesores no
Pontífices, cada año, en su día natal, es decir,
el treinta y uno de enero. En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo 2.
Hubo un instante de silencio lleno de inefable
emoción; después, de repente el sentimiento
unánime de la multitud prorrumpió en una
formidable aclamación, acompañada de frenéticos
aplausos. Parecía imposible poder refrenar aquel
ímpetu de exaltación colectiva. En
1 El texto latino de las tres respuestas se
encuentra en el Apéndice, Doc. 15.
2 Ap., Doc. 16.
(**Es19.226**))
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