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vivamente que estas solemnes ceremonias, que
vienen a enriquecer este año jubilar y a
multiplicar sus saludables frutos, logren mover a
todos, no sólo a formarse un concepto más propio y
más alto de la santidad, sino sobre todo a seguir
el camino arduo y derecho que conduce a la misma.
Esto se podrá alcanzar, sin lugar a dudas,
mediante la canonización de Juan Bosco, que no
sólo se afanó con todas las fuerzas y a paso de
gigante por llegar a la cumbre de la perfección
evangélica, sino que dio también muchos hijos a
Jesucristo, principalmente con la cristiana
educación de la juventud. Por consiguiente, Su
Santidad, aunque anhele recibir y satisfacer la
petición que tan encarecidamente le habéis
formulado y también los deseos y ardientes
súplicas de la innumerable familia del Beato,
quiere sin embargo que, según la antiquísima
costumbre de la Sede Apostólica, se eleven por
todos nosotros plegarias a la Corte celestial para
el éxito de esta definición>>.
Entonces el Cardenal volvió a su puesto y el
Papa se arrodilló en el faldistorio delante del
trono, mientras los cantores entonaban las
Letanías de los Santos, alternándolas con todos
los presentes puestos de rodillas.
Acabadas las Letanías, sentóse de nuevo el
Padre Santo en el trono. Entonces el Cardenal
Procurador, con el mismo ceremonial y por medio
del abogado consistorial, renovó la petición, pero
con mayor insistencia, instantius (más
encarecidamente). ((**It19.269**)) El
Secretario de los Breves ad Principes respondió en
nombre del Papa: -<>.
Retiróse el Cardenal con el Abogado, y el Papa,
quitándose la mitra, volvió al faldistorio y el
Cardenal que le asistía a la izquierda, invitó a
todos a rezar, diciendo: Orate.
Hubo una breve plegaria de todos los presentes,
puestos de rodillas.
Después se levantó el Cardenal asistente a la
derecha, pronunció el Levate, y todos se
levantaron. Entonces el Padre Santo, servido
(**Es19.225**))
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