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Procesión y cortejo papal
Pío XI quiso, con un gesto paternal, que los
que no habían podido ingresar en la basílica,
tuviesen también la satisfacción de ver algo... y
al Papa; dispuso, pues, contra la costumbre, que
el desfile hiciese un amplio giro desde el portón
de bronce por la plaza hasta el centro de la
escalinata y que después... subiera poquito a poco
hasta el atrio de la Basílica. íQué de novedades
en aquella canonización! Hubo todavía otra
innovación. La vanguardia de los cortejos papales
está siempre formada por los representantes de las
Ordenes religiosas, que caminan majestuosamente
llevando una antorcha encendida. En cambio
entonces, todos ellos, después de desfilar por la
plaza y avanzar por la Basílica hasta la
Confesión, salieron de allí para alinearse a
derecha e izquierda del itinerario y formar
escolta de honor al paso del Papa, poniéndose
después en movimiento, y formando una especie de
retaguardia. Allí iban Hermanos Penitentes,
Capuchinos, Mercedarios, Mínimos, Conventuales,
Menores de S. Francisco, Agustinos, Carmelitas
Calzados, Siervos de María, Dominicos, Monjes
Benedictinos Olivetanos, Cistercienses, de
Vallombrosa, Camaldulenses, Casinenses, Canónigos
Regulares Lateranenses ((**It19.264**)) y del
Santísimo Salvador y, por excepción benignamente
concedida por el Padre Santo, quinientos
Salesianos, representantes de varias Inspectorías
y Misiones.
Al clero regular seguía el secular: alumnos del
Seminario Romano, colegio de párrocos, canónigos y
beneficiados de las colegiatas, después los de las
basílicas menores y de las basílicas patriarcales,
precedidos de las históricas Cruces y de las
respectivas capillas musicales que cantaban el Ave
maris stella durante el recorrido y el Regina
caeli laetare al ingreso en la Basílica, porque la
entrada de la procesión en San Pedro empezó mucho
antes de que el Papa saliese de sus apartamentos
privados.
Cerraban esta procesión los oficiales del
Vicariato de Roma, con el Monseñor Vicegerente;
los consultores, oficiales y prelados de la
Sagrada Congregación de Ritos. Inmediatamente
después iba el estandarte de don Bosco. A su
aparición estallaron inmensos aplausos y
estentóreos gritos de Viva don Bosco, que se
prolongaron y multiplicaron por toda la plaza,
acompañándolo hasta que desapareció dentro de la
Basílica. Sostenían la tela del mismo, de acuerdo
con una antigua costumbre, los Hermanos de San
Miguel in Borgo y hacían escolta de honor el
Rector Mayor con su Consejo, el Procurador general
y el Postulador de la Causa don Francisco
Tomassetti, y los representantes
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