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Braschi la recepción del Príncipe del Piamonte.
Anunciaron su llegada tres toques de trompeta.
Precedido de un coche guía llegó el suyo, y detrás
otros cuatro con los miembros de su Casa civil y
militar.
Descendió Humberto de Saboya, vestido con uniforme
de gala de general, con el Collar de la
Anunciación y las insignias de la suprema Orden de
Cristo, saludó la bandera de la Guardia Palatina
que rendía los honores militares, y, saludado él
por Mons. Nardone, secretario de la Congregación
del Ceremonial, y por el príncipe Massimo,
superintendente de las postas pontificias 1,
acompañado por el conde De Vecchi, Embajador de
Italia ante la Santa Sede, y seguido del
comandante de la Guardia Palatina, al son de la
marcha real, pasó revista a la compañía de honor.
Llegó entonces al zaguán de la escalinata,
estrechó la mano de los personajes que le eran
presentados y, escoltado por la Guardia Suiza y
precedido por un Sargento Mayor de la misma, por
cuatro <> y dos <> 2, se
dirigió hacia el interior de San Pedro. El
arzobispo Pelizzo, ecónomo de la reverenda fábrica
de la basílica, asistido por los maestros de
ceremonias del Cabildo Vaticano, le ofreció el
agua bendita. Su Alteza se santiguó, atravesó las
salas de la sacristía y fue a arrodillarse en la
Capilla del Coro, donde estaba expuesto el
Santísimo. Después de una breve adoración, pasó a
la nave central y se dirigió hacia su tribuna, a
pocos pasos del trono papal. Cuando la multitud
reconoció al representante del Rey de Italia,
prorrumpió en fuertes aclamaciones.
((**It19.263**)) El
respondía sonriente con la mano. Cuando llegó ante
la Confesión, los muchachos le tributaron una
ovación frenética. En las tribunas de las
representaciones italianas se levantaban los
brazos con el saludo fascista. En el ábside
resonaron los vítores de los embajadores y de la
población romana. El Príncipe, con garbo y gracia,
se volvía de un lado para otro dando gracias,
hasta que llegó a su propia tribuna, donde se
arrodilló devotamente e inclinó la cabeza entre
las manos en actitud de oración.
Mientras el público distraía la espera
observando la llegada de los Príncipes y Soberanos
y del hijo de Víctor Manuel III, ya había hecho
parte de su camino la incomparable procesión que
precedía el cortejo papal. Detengámonos a
describirla.
1 Título hereditario de la familia de los
Príncipes Massimo. En los tiempos en que se
viajaba en carroza, el superintendente de las
postas pontificias era el encargado de que el Papa
encontrase en cada posta todo lo que necesitara
para la parada y la prosecución del viaje.
2 Bussolante: título que se da a los familiares
del Papa, pertenecientes a la antesala papal;
sediario: al destinado a llevar la silla
gestatoria papal (N. del T.).
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