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en las cuatro Causas, terminadas con los decretos
del Tuto; expresó por fin el augurio de que el
Sumo Pontífice ratificase solemnemente los deseos
universales en mérito a su deseada canonización.
Su Santidad pidió entonces el parecer a cada uno
de los Cardenales. Estaban presentes los
Eminentísimos Granito Pignatelli de Belmonte,
Lega, Sbarretti, Sincero, Pedro Gasparri, Bisleti,
Ascalesi, Locatelli, Mori, Capotosti, Lauri,
Lépicier, Segura y Sáenz, Pacelli,
Marchetti-Selvaggiani, Rossi, Serafini, Dolci,
Fumasoni-Biondi, Laurenti, Ehrle y Verde. Los
veintidós Purpurados, por orden de antigüedad
comunitaria, manifestaron su voto uno a uno, ante
todo respecto a la primera canonización y después
respecto a las otras tres. Terminada la votación,
el Padre Santo les dio la enhorabuena por el éxito
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favorable de la misma y convocó el Consistorio
semipúblico para el 15 de enero del próximo 1934.
Una vez acabado el Consistorio secreto, ordenó
Su Santidad que empezara el Consistorio público.
Abriéronse enseguida las puertas del aula
consistorial y entraron en ella los Prelados y
otros personajes requeridos ad hoc. Intervinieron
también los Postuladores y los representantes
oficiales de las Embajadas de Italia, Francia y
España. Cuatro Abogados consistoriales defendieron
cada una de las Causas, primero el abogado Guasco
en favor de la Causa de don Bosco. Después de las
defensas, que acabaron todas implorando al
Pontífice se dignase inscribir en el catálogo de
los Santos a los dichos Beatos y Beatas, monseñor
Antonio Bacci, Secretario de los Breves ad
Principes, pronunció, en nombre de Su Santidad, un
clásico discurso en latín, como respuesta. Que el
Padre Santo estaba bien dispuesto a recibir las
peticiones; que quería, sin embargo, en asunto de
tanta importancia, la cual correspondía a su
infalible magisterio, que, según la costumbre
tradicional, fueran llamados a pronunciarse,
juntamente con los Cardenales, todos los
Patriarcas, Arzobispos y Obispos presentes en Roma
el día quince de enero; que se rogase mientras
tanto al divino Espíritu le concediera en
abundancia sus luces 1.
Una invitación formal, procedente del Asesor de
la Congregación Consistorial, prescribió a todos
los Patriarcas, Arzobispos, Obispos y Abades
ordinarios, que se encontraban a cien kilómetros
de Roma, que acudieran, si se lo permitían las
obligaciones del ministerio pastoral, a la ciudad
eterna para dar su voto. El día fijado, todos
estos Prelados, en número de cuarenta, fueron
admitidos con los Cardenales al Consistorio
semipúblico. Se encontraba en esta ocasión entre
los
1 Ap., Doc. 14.
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