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Dios; una vida de paciencia inalterable,
inagotable, de tal caridad verdadera y personal,
como corresponde a quien siempre pone algo de su
propia persona, de su mente, de su corazón, en el
último llegado, a cualquier hora, y tras cualquier
trabajo: un verdadero y continuo martirio en las
durezas de la vida mortificada, frágil, que
parecía fruto de un continuo ayuno. He aquí por
qué el Beato don Bosco tiene perfectamente su
puesto en medio de estos campeones de la fortaleza
cristiana, profesada hasta el martirio.
Honor sea dado a los miembros de estas grandes
Familias que hoy tan justamente y más que nunca se
regocijan con su recuerdo y exaltación.
Y después se congratulaba el Padre Santo con
ambas familias religiosas por haber producido
tales atletas y tales ejemplos para el mundo, para
la humanidad redimida, ya que solamente la
Redención podía producirlos. Pero ejemplos y
campeones también para la humanidad sin adjetivos,
pues nunca es ella más honrada que cuando lo es
por semejante productos, salidos precisamente de
sus filas, que son verdaderas y grandiosas
compensaciones para otras manifestaciones, para
otros hombres, que llevan el nombre de hombres,
pero que no lo son para el honor de la humanidad,
pues no hacen más que alimentar las más innobles
pasiones contra la virtud, contra Dios, contra la
verdad y el bien, en fin contra todo lo que puede
formar y forma el honor mismo de la humanidad.
Extendía él ((**It19.251**)) los
parabienes a toda la Iglesia y al universo mundo,
puesto que las glorias exaltadas no sólo
pertenecían a un pueblo, sino que eran producto
del género humano y pertenecían a toda la
humanidad. Finalmente, impartió las bendiciones
pedidas para aquellos Países que, desde entonces,
sonreían de alegría ante el refulgir de aquellas
glorias supremas de santidad y de martirio; y
después, a todos los que habían participado en
aquel conjunto de cosas santas.
Quedaba una última formalidad por cumplir y era
la de los Consistorios, que son tres: uno secreto,
otro público y el tercero semipúblico. No se trató
en ellos solamente del Beato don Bosco, sino
también del Beato Pompilio María Pirrotti,
escolapio, y de las Beatas María Micaela del
Santísimo Sacramento y Luisa de Marillac,
fundadora la primera de las Adoratrices Esclavas
del Santísimo Sacramento y de la Caridad, y la
segunda cofundadora de las Hermanas de la Caridad.
Los dos primeros Consistorios se tuvieron en el
mismo día, el veintiuno de diciembre. En el
Consistorio secreto sólo participan los
Cardenales. El Cardenal Prefecto de Ritos informó
en él sobre la vida, virtudes y milagros de los
Beatos y de las Beatas, y también sobre el
desenvolvimiento de los actos realizados por la
Sagrada Congregación
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