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dotes naturales, cómo no se despertaría también en
ellas, junto con la admiracion, el aprecio de tan
grandes cosas y, con el aprecio, quién sabe de qué
más? >>Quizás un principio de deseo y, con el
deseo, un principio de esfuerzo por estas sublimes
alturas? ((**It19.248**)) Esto
sólo, ya constituiría una inmensa ganancia para la
educación de las almas.
Pero luego, cuántos otros y qué evidentes
beneficios hay para la elevación misma de estos
heroísmos supremos, aun cuando resultan más
admirables que imitables; puesto que basta un poco
de reflexión para descubrir que hay algunos
supremos ejemplos de fidelidad, de paciencia, de
heroísmo llevado hasta los más altos sacrificios.
Hay momentos y situaciones de la vida en los
que el cumplimiento del deber, la renuncia a una
ganancia prohibida, a un placer que no es lícito,
puede costar sacrificio: entonces, precisamente en
aquellos momentos, son estos grandes espíritus los
que nos amonestan, los que nos señalan, frente a
todas las debilidades y las dudas, frente a todas
las temerosas luchas entre el deber y el placer,
el camino a seguir, la ley a guardar; ésos, que
dieron la sangre y la vida para triunfar, con
fortaleza cristiana, contra todos los obstáculos,
nos repiten a todos: Nondum usque ad sanguinem
restitistis (no resististeis hasta la sangre):
>>qué se os pide a vosotros, en comparación de lo
que se nos requirió a nosotros? íY son tantos los
que dieron su sangre y la vida por conservarse
fieles a Dios, por no perder el fruto de la
Redención!
Y como todo esto puede llegar a ser muy
práctico, >>qué es -dicen los Mártires-, qué es,
por ejemplo, el sacrificio que la profesión de la
vida cristiana, el honor del nombre, de la
dignidad cristiana pide a pobres muchachas, a
mujeres jóvenes, llamándolas a renunciar a una
moda que ofende a Dios, que ofende al nombre de
cristiano, que ofende a la misma dignidad humana?
>>Y qué es esta renuncia en comparación de
aquellos supremos sacrificios ofrecidos por
fidelidad a Dios? >>Qué es, en comparación de
éstos, el deber humano y cristiano de renunciar a
una industria que no es honrada o a una ganancia
fácil y deshonesta, de la que posiblemente nadie
se enterará, pero que no escapa a los ojos de
Dios? >>Qué se le pide a un joven que siente toda
la dignidad de su profesión cristiana, de su
nombre cristiano, cuando se le pide que desafíe
con noble valor el respeto humano (lo cual no
debería ser por otra parte demasiado difícil) y
renunciar a espectáculos, a reuniones, a bailes
que escarnecen la dignidad humana, amén del honor
cristiano?
He ahí, en todo esto, unos mártires
disminuidos, muy disminuidos, que deben obtener de
los grandes, de los mártires completos, una
fuerza, una luz celestial, una inspiración a la
que nadie debe negarse.
Pero hay, además, estados completos de vida,
situaciones en las que se halla una magnífica
práctica de martirio. Muchas veces se cumplen las
hermosas palabras de San Agustín: <>. Non
ideo honorabilis virginitas, quia etiam in
virginibus martyrium reperitur, sed quiafacit ipsa
martyres. Maravillosas palabras; porque, en
efecto, ésa es una vida, una práctica de la
virtud, una vida elevada y alimentada por esta
virtud, que se asemeja ((**It19.249**)) y no
poco, a un largo martirio; una vida tan alta, que
ciertamente está modelada sobre la que llevó en la
tierra el Señor de los Angeles con su ejemplo; una
vida toda hecha de renuncias a lo que, en cambio,
busca la vida mundana con tan codiciosa avidez.
Ahora bien, este género de vida nos hace pensar
que muchas veces nacieron esas virtudes de la
admiración tributada a los Santos Mártires,
precisamente como decía el mismo San Agustín, al
hablar de la multiplicidad de los mártires: <(**Es19.209**))
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