((**Es19.205**)
caridad, envió misioneros de su Familia religiosa,
a la conquista de las gentes salvajes para Cristo.
Tras los primeros que, capitaneados por Juan
Cagliero, de santa y gloriosa ((**It19.243**))
memoria, avanzaron a la evangelización de las
últimas tierras de América del Sur, hubo
muchísimos otros Salesianos, que llevaron
animosamente por uno y otro lado del mundo el
cristianismo a los infieles.
Resultaría difícil decir todo lo que él hizo y
padeció por la Iglesia y por la tutela de los
derechos del romano Pontífice. Y, sin embargo,
puede repetirse de él, sin ningún miedo, lo que
leemos de Salomón: concedióle Dios sabiduría e
inteligencia muy grandes, y un corazón tan
dilatado como la arena de la orilla del mar (IR.
V, 9). Dios le dio sabiduría: porque, habiendo
renunciado a todo lo terreno, aspiró únicamente a
promover la gloria de Dios y la salvación de las
almas. Su lema era: íDame almas, y quédate lo
demás!
Se dio por entero a la humildad; fue tan
insigne en el espíritu de oración, que su mente
estaba continuamente unida a Dios, aunque
pareciese siempre distraída por una multitud de
asuntos.
Profesaba extraordinaria devoción a María
Santísima Auxiliadora y tuvo una inefable alegría
cuando pudo edificar en su honor, en Turín, el
célebre templo, en cuya cúpula se eleva la estatua
de María Auxiliadora dominando, como Madre y
Reina, toda la Casa Salesiana de Valdocco.
Moría santamente en el Señor el 31 de enero de
1888. Su fama de santidad fue creciendo de día en
día, por lo que la Autoridad Ordinaria empezó los
procesos; la causa de Beatificación fue
introducida por Pío X, de feliz memoria, el año
1907. La Beatificación fue después celebrada
solemnemente en la Basílica Vaticana, con aplauso
de toda la Iglesia, el 2 de junio del año 1929.
Reasumióse al año siguiente la causa y se
instituyeron los procesos sobre las curaciones que
parecía debían atribuirse a milagro divino. Y, con
decreto del diecinueve de noviembre de este año,
se aprobaron dos milagros obrados por Dios por
intercesión del Beato.
Quedaba por resolver una duda, a saber: si con
la aprobación de los dos milagros, después de que
la Santa Sede concedió el culto público al mismo
Beato, se podía proceder con seguridad a su
solemne canonización. Se propuso esta duda por el
Rvmo. Cardenal Alejandro Verde, Ponente o Relator
de la Causa, en la Congregación General de la S.
C. de Ritos, en presencia del Santo Padre, el día
veintiocho del mes de noviembre. Todos los
presentes RR. Cardenales, Oficiales, Prelados y
Padres Consultores dieron unánimemente su voto
afirmativo, que el Santo Padre aceptó con alegría,
prorrogando, sin embargo, su juicio hasta el tres
de diciembre, primer domingo de adviento, dedicado
a San Francisco Javier, celeste Patrono de la Obra
de la Propagación de la Fe. Por lo cual, después
de haber celebrado fervorosamente el Santo
Sacrificio de la Misa, llamó ante sí a los
Cardenales Laurenti, Prefecto de la S. C. de
Ritos, y Alejandro Verde, Relator de la Causa, y
también al Rev. Padre Salvador Natucci, Promotor
General de la Fe, ((**It19.244**)) y al
infrascrito io y declaró: que se podía proceder
con seguridad a la canonización del Beato Juan
Bosco.
Ordenó a continuación que fuera promulgado este
Decreto e inscrito en las actas de la S. C. de
Ritos.
Al día tres de diciembre del año del Señor
1933.
>> C .
Card. LAURENTI
A. CARINCI
Prefecto de la S. C. de Ritos Secretario
(**Es19.205**))
<Anterior: 19. 204><Siguiente: 19. 206>