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curado aquí en Lourdes, concededme al menos que,
por la devoción que tengo al Beato Juan Bosco,
pueda él obtenerme la curación en Turín.
Es evidente la invocación del Beato, como la
confianza en una gran mediación de la Santísima
Virgen. Ya de vuelta de Francia, y en las mismas
graves condiciones, el seis de mayo se detuvo en
Turín y fue hasta la Basílica de María
Auxiliadora. Descendió del coche, ayudada por la
hermana y el cochero, entró en el templo, sentóse
ante la urna que encierra el cuerpo del Beato y
rezó. Poco después logró arrodillarse y permaneció
en esta posición casi veinte minutos; levantóse,
fue al altar de la Virgen y se arrodilló de nuevo.
Entonces, como volviendo en sí, se dio cuenta de
que estaba curada; y sin ayuda de nadie, en medio
del estupor de cuantos la habían visto incapaz de
andar, se movió y echó a andar, bajó por las
escaleras y subió al coche sin ((**It19.232**)) ningún
impedimento. La curación se mantiene, como
atestiguan los peritos físicos. Y proclaman el
milagro los médicos que la atendían, todos los
testigos, y los peritos elegidos y encargados de
oficio por esta Sagrada Congregación.
Discutiéronse estas dos curaciones por segunda
vez en la Congregación Preparatoria, tenida en
presencia de los Reverendísimos Cardenales el día
veintitrés del pasado julio, y por fin el día
catorce de este mes, en la Congregación General
celebrada en presencia de la Santidad de Nuestro
Señor Pío XI, en la cual el Revmo. Cardenal
Alejandro Verde, Ponente o Relator de la Causa,
propuso la Duda: Si y de qué milagros consta,
sucedidos después de la beatificación, en el caso
y al efecto de que se trata. Los Revmos.
Cardenales, Oficiales, Prelados y PP. Consultores
emitieron personalmente su voto. El Santo Padre,
después de escucharlos atentamente, creyó oportuno
esperar algún tiempo antes de pronunciarse, para
implorar la luz del Cielo.
Eligió después, para pronunciar su sentencia,
este día diecinueve de noviembre, XXIV domínica
después de Pentecostés. Mandó llamar a los Revmos.
Cardenales Camilo Laurenti, Prefecto de la Sagrada
Congregación de Ritos, y Alejandro Verde, Relator
de la Causa, y también al Revmo. P. Salvador
Natucci, Promotor General de la Fe, y al que esto
suscribe en calidad de Secretario, y en su
presencia sentenció: Que constaban los dos
milagros obrados por Dios, por intercesión del
Beato Juan Bosco: es decir: la instantánea y
perfecta curación de Ana Maccolini, de flebitis
grave en la pierna izquierda, lo mismo que la de
Catalina Lanfranchi, de Pilengo, de grave
enfermedad crónica artrítica en las rodillas y los
pies.
Ordenó después que este Decreto fuese
promulgado e inscrito en las Actas de la S. C. de
Ritos.
19 de noviembre de 1933.
C. Cardenal LAURENTI ALFONSO
CARINCI
Prefecto de la S. C. de Ritos
Secretario de la S. C. de Ritos
Poco después de la lectura se acercó al trono
don Pedro Ricaldone, teniendo a sus lados al
Postulador don Francisco Tomasetti, al Abogado
Della Cioppa y al Procurador Melandri y dirigió al
Santo Padre el siguiente saludo:
Beatísimo Padre:
La lectura que se acaba de hacer del Decreto
que aprueba los dos milagros presentados para la
Causa de canonización de nuestro Fundador, el
Beato don Bosco, llena nuestra alma de gratitud y
satisfacción. De gratitud a Vuestra Santidad que,
con el
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