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del arzobispo salesiano Guerra; la de los obispos
salesianos Olivares y Emmanuel; la del teólogo
Benna, Vicario Capitular en Turín; las del Rector
Mayor, don Felipe Rinaldi, y de la madre
Vaschetti, Superiora General de las Hijas de María
Auxiliadora; la del conde Rebaudengo, que escribía
en nombre de los Cooperadores Salesianos, y la del
abogado Masera, en representación de la Federación
Internacional de los exalumnos de don Bosco.
Monseñor Della Cioppa y el comendador Melandri,
abogado el primero y procurador de la Causa el
segundo, juntamente con el Postulador, presentaron
al Santo Padre, a través de la Congregación de
Ritos, la petición acompañada de dichos
documentos.
La Sagrada Congregación examinó, en la sesión
ordinaria del diecisiete de junio, si era del caso
proponer al Papa que firmase la comisión, o sea,
el mandato que se invocaba. Los Cardenales dieron
su voto afirmativo, que el Padre Santo aprobó; y a
continuación, con fecha del día siguiente, se
emitió el correspondiente decreto, muy honorífico
para la Sociedad Salesiana. Después de evocar de
nuevo en él los detalles más salientes de la
beatificación y describir la solemne entrada del
Papa en la Basílica de San Pedro, la tarde del 2
de junio de 1929, entre el entusiasmo de la
multitud cum florentissimis institutis amatissimi
Patris legiferi Beati Joannis Bosco, ((**It19.226**)) el
redactor del texto exclamaba bajo la impresión de
aquel recuerdo: Mirabile spectaculum Ecclesiae
militanti et triumphanti gratum et jucundum! El
decreto llevaba las firmas del cardenal Laurenti,
Prefecto, y de monseñor Carinci, Secretario.
La renovación de una Causa lleva consigo la
presentación y el examen de dos milagros. El
Postulador de la Causa de don Bosco presentó dos
casos de curación milagrosa, verificados en Rímini
y en Innsbruck. Las Curias de ambas diócesis, una
vez recibidas las cartas remisorias, iniciaron,
llevaron a cabo y enviaron a Roma los procesos
sobre los dos milagros en octubre de 1931. El
Postulador presentó inmediatamente una instancia
al cardenal Verde, Ponente o Relator, para que se
dignase invitar a la Sagrada Congregación de Ritos
a pronunciarse sobre su validez. Terminado el
estudio de los documentos y oída la relación de
dicho Cardenal, el eminente Consejo dio su voto
afirmativo el 12 de abril de 1932, que fue
aprobado y confirmado ocho días después por el
Padre Santo Pío XI. Siguieron inmediatamente las
indagaciones e informes de los médicos peritos,
llamados por la Sagrada Congregación para dar
sentencia legal sobre los hechos. Por su parte,
monseñor Natucci, Promotor de la Fe, sacó de las
actas procesales y de los informes médicos una
doble serie de observaciones
(**Es19.191**))
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