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ciencia, la preparación del estudio y son
muchísimos los que no tienen idea de lo que don
Bosco dio y dedicó al estudio. Había estudiado
muchísimo y siguió estudiando extensamente por
mucho tiempo y un día nos dijo lo que nunca había
manifestado a nadie, pero que, al encontrarse con
un hombre de libros y de biblioteca, le parecía
debía decir: que tenía un amplio plan de estudios,
un vasto plan de obras de historiografía
eclesiástica. -Pero, añadía después, he visto que
el Señor me llamaba por otro camino: quizás me
faltaba la preparación de espíritu, de
inteligencia, de memoria-. Y así pensó entregarse
a la vida de caridad, al trabajo de la caridad,
dedicándose a prodigar todos los tesoros y todos
los estudios que había ido recogiendo. Pero eso
explica cómo pudo escribir tantas cosas
utilísimas, especialmente para la juventud, y no
cosas de un grado científico especial, sino
adaptadas a todos para poder llegar mejor al fin
que aquel gran Apóstol se prefijaba.
Una glorificación extraordinaria de don Bosco
pareció la que hizo el Papa el día 9 de julio de
1933, cuando se leyó en su presencia el decreto
sobre la heroicidad de las virtudes de Domingo
Savio. No es posible aislar aquí los párrafos del
discurso que contienen alabanzas a don Bosco; por
otra parte, toda la exaltación del discípulo
redunda de tal modo en honor del Maestro, que
puede tener lugar en el presente capítulo la
completa alocución. Y puesto que la palabra del
Papa alude varias veces directa o ((**It19.215**))
indirectamente al saludo leído antes por el Rector
Mayor, don Pedro Ricaldone, convendrá presentar
éste íntegramente.
Beatísimo Padre:
La Familia Salesiana, postrada a los pies de
Vuestra Santidad, celebra poder presentar su más
fervorosa acción de gracias a Dios y a su Vicario,
por la gracia recientemente concedida por la
promulgación del Decreto reconociendo que el
Siervo de Dios Domingo Savio -alumno del Beato don
Bosco en el Oratorio de San Francisco de Sales de
Turín- ha practicado las virtudes en grado
heroico.
Cuando se piensa en la perfección alcanzada, a
tan corta edad, por Domingo Savio en la Escuela de
nuestro Beato Padre y Maestro es para sentirse
verdaderamente satisfechos y consolados en el
trabajo cotidiano de nuestra modesta labor
educadora, al ver los preciosos frutos que produce
el método educativo santamente iniciado por el
Beato don Bosco y legado en herencia a sus hijos:
frutos que resplandecen con luz tan viva y
completa en la persona de este jovencito, el fruto
más ejemplar de aquel método y su más solemne
confirmación.
Los medios por él empleados para lograr que la
labor pedagógica logre el desarrollo de la vida
sobrenatural en el niño y en el adolescente, como
debe hacer todo educador cristiano y como
sapientemente ha puesto en evidencia Vuestra
Santidad en la Encíclica Divini illius, son aptos,
por tanto, no sólo para producir seguros frutos de
una bondad ordinaria, sino también para elevar las
almas juveniles a grados eminentes de santidad
cristiana. Es verdad que, en este caso,
concurrieron soberanamente a tal fin los
especiales dones celestiales concedidos a Aquel
que estaba llamado a ser el Apóstol de la juventud
del siglo XIX; pero también es verdad que él
señaló un
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