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su Vicario, que agradecer a don Bosco y a sus
Hijos el bien que han hecho y hacen por todas
partes.
Sonríe en nuestro corazón y brilla en nuestra
alma el pensamiento de un porvenir todavía mejor,
que no puede faltar después de un pasado tan
espléndido y un presente tan lleno de seguridad.
Os agradecemos, por tanto, queridísimos hijos,
haber querido asociar el nombre del venerado don
Bosco a nuestro pobre nombre; haber unido,
queridos hijos, lo que podéis considerar vuestro
jubileo con el jubileo del Papa, tomando una parte
tan viva en nuestros acontecimientos personales y
uniéndoos a nuestro día onomástico.
((**It19.212**)) Os
agradecemos muy particularmente que hayáis querido
unir el nombre del Papa al nuevo Centro
Profesional que, con el templo de María
Auxiliadora al lado, pretende constituir un centro
de multiforme actividad, fecunda de bien.
Colocamos estas Escuelas entre las más hermosas
obras que la Providencia se ha dignado sembrar en
este año de nuestro Jubileo; y rogamos por ello de
todo corazón a Dios que se digne bendecir sin
medida la nueva obra y todo el complejo de las
obras salesianas: obras de glorificación divina y
de salvación humana.
Frente a obras tan hermosas y tan grandes Nos
gusta repetir una frase que ya nos han oído
muchos: <>.
Pero hablando a los Hijos y a las Hijas de don
Bosco, preferimos dirigir otra palabra recogida de
los mismos labios de don Bosco. En efecto, cuando,
en aquel nuestro primer año de sacerdocio, Nos
congratulábamos con don Bosco por la preciosa obra
iniciada, por las escuelas y talleres tan bien
montados, con los adelantos más completos y
modernos de la mecánica, el querido don Bosco, con
su sonriente sencillez y la viveza de ingenio que
todos advertían siempre en él, Nos respondió:
-íAh, en esto don Bosco quiere ir siempre a la
vanguardia del progreso!
Los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora
deben ir y desear ir siempre a la vanguardia del
progreso. Con esta segura y consoladora previsión
impartimos la bendición que vosotros, queridos
hijos, habéis venido a pedir al Padre en su casa,
que es también la vuestra. Bendición que queremos
llegue a los presentes y a todos los que tan bien
representáis. >>Cuántos son? Ciertamente son una
inmensa multitud en el mundo, una multitud
innumerable como las arenas del mar. Y grande como
las innumerables arenas del mar era el corazón del
Beato don Bosco.
Con esa visión mundial de obras, de cosas, de
apostolado, de trabajo y sobre todo de personas
-entre las cuales colocamos en el puesto de honor
a las que combaten en las trincheras de la fe, es
decir, a los Misioneros y a las Misioneras- Nos
disponemos a dar la Bendición Apostólica, pidiendo
al Señor los mayores favores del Beato don Bosco y
su más valiosa intercesión.
La frase de don Bosco, que quería ir siempre a
la vanguardia del progreso, se la apropió el Papa
el 19 de noviembre de 1930, con motivo de bendecir
e inaugurar la nueva Central Telefónica en la
Ciudad del Vaticano. La instalación telefónica era
un regalo de la Telephone and Telegraph
Corporation de Nueva York. Al dar las gracias a
los donantes y referirse ((**It19.213**)) a su
noble intención de querer que su regalo fuese
digno de la Sede del Vicario de Jesucristo, dijo
que aquella intención añadía algo a todo el
admirable complejo de la obra realizada, a la
elegancia, a la utilidad y a la perfección de
regalo tan
(**Es19.180**))
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